Espagne~ ♥♥♥

Era curioso con qué frecuencia llegaba a ir a España. Sí, el clima era agradable y en verano era todo un placer pasear por las playas y ver a las chicas ligeras de ropa y a algunos hombres enseñando su musculatura. El pudor no estaba instalado en el país y eso le gustaba. Vaya que si le gustaba... Pero, tenía que admitir que había otro motivo más por parte de sus visitas. Primero el carácter de Antonio, normalmente afable y despistado (sumamente aprovechable). Vale que a veces se enfadaba con él y entonces podía llegar a sentir escalofríos incluso, pero por lo general era muy majo. Además, como siempre estaba en su mundo y además ya hacía muchos años que se conocían, podía ser más él mismo (y por ser más él mismo léase que podía tener más "contacto físico" que con el resto de sus vecinos). Definitivamente, era muy agradable venir a España~

Había gente muy mona, casi con el mismo comportamiento despistado que Antonio. Ah~, es que los adoptaría a todos y se montaría su harem particular. Lástima que eso no estuviera visto y que, a la hora de la verdad, los españoles fueran muy peleones y no se dejaran controlar. Porque, madre mía, entonces sí que sería el mundo ideal.

Llamó a la puerta y esperó. Uf... Como el hispano estuviera durmiendo, iban a tener problemas. Despertarlo era toda una odisea, no lo escucharía nunca. Mientras esperaba, volvió a llamar a la puerta marcando el ritmo del himno francés. La puerta finalmente se abrió, dibujó una sonrisa triunfal y le extendió una botella de vino que había traído como presente. Otro punto a favor del español: Sabía apreciar un buen vino y una aún más buena reserva.

-Cuando veas el vino que te traigo vas a tener que amarme mucho, mon amí~

Abrió la puerta con desgana. Acababa de echarse una siesta y le faltaban su media hora reglamentaria para acabar de desperezarse. Sin embargo, el sueño se esfumó rápido al ver ante sus narices un vino de reserva de Burdeos y una melena rubia destelleando al reflejar el Sol.
-¡Francis! -cogió el vino mientras se apartaba de la puerta para dejarle paso- Que sorpresa... Oye, este vino es bueno-dijo inspeccionando el contenido de la etiqueta y reconociendo el vino- Vamos a abrirlo, ¿no?
Y sonriendo ampliamente, se dirigió a la cocina en busca de dos copas de vino, el abridor y algo que picar para ofrecerle a su invitado.
-¿Qué te trae por aquí?
Era más una cortesía que una verdadera pregunta: Francis no necesitaba motivos para ir a ver a Antonio y a éste tampoco le importaba recibir su visita de vez en cuando: le garantizaba una tarde ( e incluso noche en muchas ocasiones) amena y divertida, unas cuantas risas y novedades (estando en el culo de Europa se enteraba de poco gran parte de las veces).

Aceptó la invitación muda del hispano y se adentró en la casa. Se entretuvo un poco mirando la decoración. No es que pensara que fuera estupenda y sintiera la necesidad de adoptarla en su casa, pero le atraía. Existía la creencia de que la decoración de una casa reflejaba la manera de ser del dueño. Él siempre había creído que, en el caso de España, así era. Si Francis hubiera tenido ese tipo de decoración, hubiese sido raro. En cambio, en casa de Antonio, todo quedaba bien y demostraban la personalidad del susodicho.

- Claro que es bueno. Yo sólo traigo lo mejor. -dijo alardeando un poco.

No siempre traía lo mejor, pero cuando el motivo de la visita era el actual, lo hacía. Era una especie de obligación.

- Verás~ Venía a proponerte algo. Ya sabes cómo está el mundo últimamente. Es un poco peligroso estar solo y desamparado. Entonces estaba yo en casa pensando quién podría ser mi aliado y instantáneamente me llegó la respuesta: Eh, ¿qué mejor que tu viejo amigo Antonio? Es buena idea, nos conocemos y ambos sabemos de qué pie cojea el otro. Será más fácil la comunicación.

Se acercó a él, cogió una copa y le quitó el plato, viéndolo un poco cargado e intentando que no lo fuera tanto. Dejó el plato en una mesa y le miró con media sonrisa.

- ¿Y bien? ¿Qué me dices, España?


// Nota: Euhm tengo por costumbre poner las palabras dichas en un idioma propio en cursiva. Es decir que al final Fransuá ha hablado en español, lulz. Lo hago con la creencia de que todos hablan un idioma que entienden y después cada uno tiene el suyo. [/fin de nota]//

Cogió un puñado de los dulces que le había servido a Francis y se los llevó directamente a la boca, sin percatarse de lo poco fino que quedaba eso. Y así , con las galletitas en su mano cayendo una a una en su boca abierta de par en par, se quedó mirando a Francia con atención.
-Una alianza, eh...Pero, la respetarás¿no? - preguntó algo desconfiado. - Que solo soy tu viejo amigo cuando te conviene, diablos.
Meditando la propuesta, se lamió el azúcar que le restaba en los dedos, absorto en sus pensamientos. Después, con la mano que no había usado para comer, cogió la copa de vino con delicadeza, olfateó el contenido con un deje de placer y procedió a tomar un solo sorbo. Era curioso el contraste entre sus dedos salados y húmedos de la mano izquierda y la delicadeza con la que saboreaba el vino.
-No sé no sé. Convénceme.- le sonrió pícaro.
En verdad tenía intencion de aceptar, no estaba el horno para ir despechando posibles aliados, pero no le apetecía ponerle las cosas tan fáciles al gabacho.

Hizo ver que no se había dado cuenta de nada, degustando el vino, pero no había perdido detalle de los movimientos del español. Era el mismo cuento de siempre. Antonio no era un experto en modales pero, en su persona, se acababa convirtiendo en algo muy sexy. Sólo había que verlo lamiendo el azúcar que le habían quedado en los dedos, pensando en sus cosas.

- P-pues claro que la respetaría. No sé por quién me tomas...

La última frase había ido perdiendo tono levemente, mientras se perdía en los gestos de Antonio. Uuufff... Le haría demasiadas cosas. Claro que el español también le haría muchas que no serían nada agradables. Habían unos cuantos pros y muchos contras. Ah, pero los pros eran tan buenos~ Bueno, se lo seguiría pensando. Ya decidiría algo. Cada vez estaba más absorto. ¡Hombre! ¡Ahora recordaba otro motivo por el cual le traía vino a España! Se notaba que lo disfrutaba. Maldita sea, si es que era adorable .

- ¿Que te convenza? -dijo dibujando media sonrisa

Se fue hasta él, lo agarró de la muñeca de la mano que había estado lamiendo, pegando un tirón para luego coger la mano un poco, hacerle girar sobre sí mismo, aprovechar para sentarse en la silla donde estaba Antonio y sentarlo sobre sus piernas en un movimiento que se había visto muy artístico.

- Ay, Antonio~ ¿Qué puedo decir? Ya sabes que yo te cuidaría muy bien, te traería más vinos de estos. Además, para mí sería todo un honor. Después de todo, eres el más atractivo de toda Europa, ¿no?

Rodeó un poco la cintura del español con una mano, por eso de que podía caerse...

Se quedó un poco desorientado al encontrarse de pronto sobre las piernas del francés con una mano de este en su cintura y ambos sobre la silla donde él habia estado sentado hacía unos segundos. Solo pudo murmurar un desconcertado ''ah'' y parpadear unas cuantas veces.
-¿Cómo has hecho eso...? - Preguntó más para sí mismo que para su invitado.
Frunció un poco el ceño y le puso morros a Francia. ¡Más vinos! Él lo que quería era emborracharle. Así se lo expuso y añadió:
-Y si me emborrachas , seguro que conseguirás...lo que sea que quieres de mi -Palideció al imaginar a Francis robándole sus tomates, o su vino, o su hacha misma. No podía imaginarse lo poco que debían interesarle al rubio esos asuntos. - Además ¡halagándome así no coneguirás nada, que lo sepas!
No obstante, no había podido evitar esbozar una sonrisa y sonrojarse.Para disimularlo, puso un puchero y se cruzó de brazos en una actitud algo infantil.
-Me aliaré contigo si... si...eh...- No se le daba muy bien pensar en condiciones de un momento para otro, así que optó por lo más evidente y práctico- Si me das un navío. Con tripulación incluida.
Sonrió triumfante, satisfecho consigo mismo. Se veía un gran futuro como negociador, solo tenía que practicar un poco bastante para potenciar esa nueva habilidad.

Arqueó una ceja cuando escuchó que si lo emborrachaba conseguiría lo que fuera que quería de él. Se le dibujó una sonrisilla en el rostro justo en el momento en que su mente fue más allá. Por supuesto que sus pensamientos iban hacia otros terrenos más pecaminosos. Muchísimo más pecaminosos. Pero no era su culpa, era de Antonio, que iba provocando (aún sin darse cuenta)

- Uy, en realidad querría muchas cosas de ti~ -murmuró juguetonamente. Escuchó la exigencia de Antonio, se quedó mirándolo sin expresión por unos segundos y acto seguido rió enternecido por la excesiva inocencia de Antonio en ocasiones- Si me haces tu aliado, te daré un navío lleno de franceses que te ayudarán con cualquier problema que puedas tener. De eso se tratan estos acuerdos, no es el primero que tenemos, ¿verdad?

Se fijó en que tenía algo de azúcar cerca de los labios, en un gesto delicado se lo quitó con un dedo y después lamió el azúcar. Oh, el dulce sabor de una semi victoria~ (?) Antonio parecía un poco inmerso en sus pensamientos.

- Además, mon amí, lo de antes no era ninguna artimaña para intentar convencerte -prosiguió- Realmente deberías considerarte el hombre más guapo de Europa. O quizás del mundo~ -dijo Francis en un intento de halagarlo- Piénsalo fríamente: ¿Quién podría ganarte? ¿Arthur? Con esas cejas tan grandes -rió un poco- Desengañémonos. Y sí que es cierto que hay algún país más que no está mal físicamente pero les falta tu chispa de pasión y encanto. ¡Vamos~! Pensaba que tenías un poco más de confianza en ti mismo, yo te lo enseñé.

Porque si existía alguien sobre la faz de la tierra que tuviera un ego inmenso, ese era él. Ya podrían decir los demás lo que fuera, no cambiaría su opinión.

Se le iluminó el rostro al escuchar la propuesta del francés.¡Que rápido había aceptado! ¡Que bien! Tan contento se puso que olvidó sus sospechas acerca de las posibles tentativas de hurto de Francis. En verdad, era relativamente fácil hacerle feliz.

-Ya... ¿Y si te pido otro?-Por pedir, que no quede. Le irían la mar de bien un par de navíos. Mientras esperaba la respuesta del galo, distraidamente empezó a enroscar uno de los rubios mechones de la cabellera de Francia en su dedo índice. Si cedía a su petición, contunuaria aumentando el número de navíos exigidos. Incluso podía pedirle más cositas. -Va, dime que si . Va va va - comenzó a botar sobre las piernas del otro para que accediese.

-¡Hahahaha eres un exagerado!Me sacarás los colores, tonto-le dió un suave golpe en la cabeza con los nudillos- Aunque no tiene mucho mérito ser más guapo que Arthur... -El rostro se le ensombreció y una sonrisa maliciosa se le dibujó. -No me falta confianza en mi mismo hombre, es modestia. Hay que ser un pelín modesto en esta vida, ¿sabes?

Y decía eso a pesar de que él mismo podía llegar a ser extremadamente ególatra en ocasiones. En esos momentos en los que tenía poder (quizá mucho más del que podía sostener) y le gustaba hacerse el gallito y pavonearse de él. Tenía esa vena sádica de inspirar miedo a los demás que afloraba, por fortuna, muy muy de vez en cuando. Pero bueno, como todo el mundo ¿no?

Notó al instante el aura radiante de felicidad que despedía el español. Sonrió un poco de lado: Después diría que él usaba "tretas" para convencerlo pero Antonio, jugueteando con su pelo, no podía presumir de no estar usando ninguna (fuera consciente o no de ello) Y encima ahora se ponía a botar, ¿es que no era consciente de la situación? Suspiró internamente al darse cuenta de que él mismo conocía la respuesta: Era Antonio, a veces podía ser demasiado cabeza cuadrada y no se daba cuenta de las cosas. Otro punto a favor. Hizo ver que se pensaba la petición, de hecho lo estaba haciendo, cuando el otro volvió se negaba a admitir que era atractivo.

- Ser modesto no creo que te llevara a ser uno de los países más poderosos~ ¿O acaso me equivoco? Además, de vez en cuando está bien perder la modestia -dijo Francis tranquilamente, acariciando con disimulo la cintura del otro- Estoy pensándome aún lo de los barcos, Espagne No sé, no sé...

Puso un tono un poco dramático. Tenía que hacerse el duro o sino Antonio lograría exprimirle hasta la última gota. Había venido a proponerle una alianza para que ambos se pudieran beneficiar. Al juego de: "quiero cosas" también sabía jugar el francés. Además era rematadamente bueno jugando.

- Piensa que yo también tengo mis problemas y si te doy otro barco más, ¿cómo voy a cubrir yo mis posiciones? Además, para que fuera justo... -bajó un poco el tono y atrajo al español más contra sí- tú también deberías darme algo, ¿no crees? Un intercambio como símbolo de esta... "unión"

De boca de cualquier otro sonaría normal, pero de boca de Francis, la palabra unión, podía llegar a sonar pervertido.

- Dime, Antonio. ¿Qué me darás TÚ a mí?

Cesó el bote, cansado. ''Oh vamos'' pensó . Ahora se había encaprichado con los barcos de Francia. Tampoco pedía mucho, al fin y al cabo, una alianza no era moco de pavo, era un acto muy beneficioso. Y , ¡diablos! ahora quería con más ganas los navíos, y si podía sustraerle a Francis algo más, se daría por satisfecho.

Se removió un poco al notar la mano intrusa acariciar su cintura, le hacía cosquillas con el roce de la ropa. En verdad el gesto hubiese hecho saltar las alarmas de más de uno, pero para él esos actos, provinientes de Francia, eran tan naturales como el respirar, y no veía (o más bien: no quería ver) las verdaderas intenciones del rubio.

-Pues no, no precisamente... -rió- Es solo ser educado. Siendo educado no conquistas nada, pero al menos tienes eso- Al ver que Francia se pensaba demasiado lo de los barcos, empezó a preocuparse más ¡ Si se lo pensaba demasiado, igual no le daba nada y la alianza se iba a hacer puñetas! Y tampoco era eso.
Pero una cosa era no querer perder la oportunidad de formar una buena alianza y la otra era ceder y no recibir a nada a cambio.

-No sé, constrúyete otro tú mismo....- dijo, como si fuese lo más fácil del mundo. Antonio a veces le echaba mucha cara a las cosas. Siguió enrulando el mismo mechón de pelo en su dedo. Frunció un poco el ceño pensativo.¿Que qué le daria él? Desde luego , no tierras. Ni barcos, si no , ya ves tú que trato. No veía qué podía poseer él que fuese del interés de Francia.
- No sé que quieres que te dé...todo lo que yo tengo , lo tienes tú ¿Me equivoco? Y tampoco tengo mucho dinero ahora, ya lo sabes.

Dicho esto , se levantó separándose de Francis con la intención de dirigirse al mueble-bar para servir más vino, dándole la espalda a Francia y de mientras pensando en cómo obsequiarle para conseguir sus navíos. Por que los iba a conseguir, eso lo tenía muy muy claro.

La facilidad con la que Antonio arreglaba las cosas le sorprendía. "Constrúyete otro tú mismo" Claroo, porque siempre había sido un gran constructor de barcos y no había día que no lo pasara en el astillero... No entendía de donde sacaba esas ideas. Lo dejó pensar, aprovechando que estaba entretenido para meter mano por la cintura. Le vio separarse, algo a disgusto, y arqueó una ceja. Todo lo que Antonio tenía, ya lo poseía el francés. Eso podía ser recíproco.

- Tú también tienes barcos y no te has aguantado las ganas de pedirme no sólo uno, sino unos cuantos. -dijo Francis arqueando una ceja, acomodándose un poco y pegándole un trago largo al vino- Como no te veo muy decidido, te propondré el siguiente trato. Por el momento, como no hay demasiados problemas, te proporcionaré un navío con unos 30 comensales abordo. El navío va provisto de armamento y los comensales tienen entrenamiento tanto de marineros como de soldados. Como comprenderás, mientras estén a tu cuidado, estaría bien que les proporcionaras sustento para que no se mueran de inanición. Si la cosa va bien, más adelante pondré a tu disposición otro barco un poco más grande. Deberías ver el mástil de proa. Es tan robusto que hemos podido colocar unas velas ostentosas que se ven desde bien lejos. Toda una maravilla. Ése vendría con unos 60 marineros, doble fila de cañones, un casco impoluto y resistente. Pero ya te he dicho, si la alianza sigue con buen pie, entonces tendrás ese segundo barco a tu disposición. Por mi parte... hm...

Se quedó algo distraído mirando el poco vino que le quedaba en la copa. Estaba pensando qué podría pedirle al español.

- Como no sería lógico pedirte lo mismo que te ofrezco, me gustaría tener una guarnición de tus hombres. No sé... Unos 40 o 50 hombres bien armados, que estén listos por si algo ocurre actuar de inmediato. Yo me encargaré de proporcionarles sustento y que sus necesidades básicas estén cubiertas. Eso sí, me gustaría saber qué me ofrecerías si todo va bien y esta vez no me vale un: "Todo lo que tengo yo, lo tienes tú". Si lo que me ofreces me parece bien, por mí no hay ningún problema más para sellar esta alianza. -sonrió con cierto aire de superioridad que no podía evitar. El tema le gustaba; le gustaba mucho- Te toca mover ficha, Espagne

El trato parecía bueno, interesante para su parte, contando con que Francis cumpliese con su palabra al pie de la letra. Y no parecía que fuese a mentirle o darle gato por liebre: confiaba suficientemente en su amistad como para confiar en él. Y por supuesto que les proporcionaría sustento, la pregunta era casi ofensiva. No es que no cuidase lo que le daban.

-Entrenamiento tanto de marineros como de soldados...eso me suena muy militar. Espero que tengan los escrúpulos limitados. Tendrán que saquear, matar y conquistar, sin dejar de obedecer mis órdenes. Sabes que no todo el mundo puede hacer eso, pero necesito que mis hombres sean piratas también. ¿Entiendes lo que te digo , no? No es que me queje. Me parece una buena oferta. Pero quiero verlos antes. Y las naves, especialmente la segunda, si tan maravillosa es, no tendrás inconveniente, me imagino.

Se acercó con la botella de vino para llenarle de nuevo la copa a Francis y seguidamente a él mismo. Por el rabillo del ojo miró al francés mientras esperaba la respuesta. No pretendía dudar de la honestidad de Francia, pero no era ningún tonto y en este tipo de ausntos hay que ser prevenido.

-A cambio...puedo ofrecerte el 10 % de las riquezas que consiga durante el tiempo que estemos aliados. Quiero decir, de cada saqueo, el 10%, no soy tan rancio para hablar del total...¿Y bien?¿qué me dices?
Por supuesto, sabía por adelantado que el rubio no iba a aceptar un mísero 10%. Pero aquello era como las subastas, hay que empezar bajo e ir subiendo. Más o menos. La intención de ambos era dar lo mínimo y recibir lo máximo sin que se notase mucho. El concepto de igualdad era algo relativo. Bueno, no dejaban de ser piratas.
Para estar al mismo nivel que su invitado, España se sentó en el lado del sofá que quedaba al lado de la silla que Francia ocupaba. Volvió a sorber un trago de vino, preguntándose hasta cuando se quedaría el gabacho. Cuanto más, mejor, sería más divertido. Solo deseaba que no se pasasen la noche hablando de negocios y esos asuntos turbios, se le hacían tremendamente aburridos llegado cierto punto.

- Son hombres bien entrenados y, cuando digo bien entrenados, quiero decir que acatarán órdenes sin hacer preguntas. Si estás preguntándote si podrán hacer todas estas cosas sin preguntarse si están bien o mal, te digo de antemano que sí, podrán. Tampoco es algo que se haga de nuevo. Puedes venir a ver tanto los barcos como a los marineros en el momento que te apetezca. Sabes dónde está mi casa. Aunque vengas sin avisar, podré tenerlo todo apunto en media hora. Así que ya sabes, ahora tienes un motivo más para venir a visitarme a casa, chéri.

Aceptó de buen gusto que le llenara de nuevo la copa y escuchó en absoluto silencio y sin cambiar la expresión de su cara un ápice, la propuesta del español. Poco. Pero también sabía que a Antonio le gustaba el regateo, no se lo iba a poner fácil desde un principio. Se giró un poco sobre la silla, para tener a Antonio de frente.

- No pretendo sonar avaricioso pero un 10% me parece una miseria. Sé que tus botines son más jugosos y por tanto que te puedes permitir darme más que un 10. Yo te pediría un cuarenta, pero sé que me vas a decir que es demasiado. Así que, ni para ti, ni para mí. ¿Qué te parece un treinta?

No le parecía mala cifra. Después de todo, le iba a prestar el navío grande. No es que tuviera muchos de aquellos. En las alianzas también había que hacer eso: dar un poco tu brazo a torcer para luego obtener beneficios más adelante. Además, no quería darle tantas vueltas al asunto.

- Pensaba que sería más sencillo hacer una alianza contigo. Te fijas mucho en los detalles. Creí que terminaríamos pronto y podríamos hacer algo divertido -murmuró con fingida aflicción Francis.

- Está bien, ya me pasaré... Algún día de estos- Eso si no se le olvidaba.

Desvió la mirada para conducirla a la copa de vino , que balanceaba con delicadeza entre sus manos. Se quedó absorto en el líquido. En ese punto, no quería ceder todavía su 15 % , al que se había aferrado como una lapa, pero la insistencia del francés y el tono repetitivo de la conversación lo hicieron ceder. En verdad, se aburría rápido de estas cosas, especialmente si ya conocía el final.
-Haré como tú. Te daré un 15 % y si la cosa va bien, iré aumentando hasta el 30 . Si no , te doy el 30 desde un principio y me entregas ambos barcos a la vez.-Se acercó al borde de sofá para mirar directamente a los ojos de Francia.- Es lo justo ¿no?

Para darle un tono más verídico a sus palabras, sonrió afablemente, dando a entender que quería dar el asunto por acabado él también. Empezaba a hacerse tarde, la charla había durado mucho más de lo que parecía al principio.

-¡Bueno! Ahora somos aliados, no?¿ Lo firmamos en algún papel o algo? Casi que no hace falta... - Se levantó súbitamente en un arranque de energía-¡Hagamos algo! Es un poco tarde , pero podríamos ir a dar un paseo. O quedarnos aquí y hacer cualquier cosa...

Se quedó pensativo de nuevo mientras meditaba sobre cosas que podría hacer con el francés que ambos considerasen divertidas. Beber era algo que hacían a menudo juntos y era divertido...Pero ya etsaban bebiendo y prefería ser consciente de sus actos.

- Podríamos ir al teatro... ¡O a la playa! Es muy bonita de noche. No hay nadie. Además- miró por la ventana- hoy hay una luna muy bonita. Podríamos llevanos el vino y todo...

Sonrió satisfecho. Por fin tenían alianza. Había sido una negociación más larga de lo que hubiera esperado (al menos con España). Sonrió y se echó ligeramente hacia delante, apoyando la cabeza en una mano, mientras observaba a Antonio en su arrebato de energía. El último plan le parecía mejor. En el teatro dudaba que les dejaran seguir bebiendo y le apetecía seguir catando aquel vino. Había tenido un ojo estupendo escogiéndolo. Como siempre, vamos.

- Lo de la playa me parece buena idea. Si nos vamos al teatro dejaríamos esta preciosidad -movió un poco su copa- en tu casa y sería una pena. ¡Así que apoyo la moción de ir a la playa!

Se levantó de la silla con energía también, tiró de la chaqueta para que quedara bien colocada y sin ninguna arruga por haber estado sentado, cogió la botella y le puso el corcho para que no se derramara bajo ninguna circunstancia ese preciado líquido.

- Bueno, ya estoy listo . Ah sí, algo se me olvidaba, España.

Hizo un gesto como si fuera a darle la botella de vino, se fijó en que Antonio levantó un poco la mano, como para cogerla y ya cantó victoria mentalmente. Agarró la mano de Antonio una vez cogió la botella (asegurándose así que no intentaría nada con esa mano), con la otra mano le agarró de la cintura y lo inclinó un poco hacia atrás mientras se acercaba a él y lo besaba con fuerza (y con lengua también). Se separó y lo miró satisfecho.

- Es que siempre me ha gustado sellar las alianzas por todo lo alto -dijo Francis soltando el agarre totalmente y empezando a caminar hacia la calle. Atento por si al otro le daba por tomar algún tipo de represalia. Estaba ya un poco acostumbrado a esquivar puñetazos a traición- Ahora ya podemos irnos a esa playa~

El beso le pilló totalmente desprevenido, hasta el punto de no llegar a reaccionar ante él. Viendo que Francia proseguía el camino, decidió no agredirle (a pesar de que estuvo tentado a hacerlo). Eso sí, no le iba a permitir que lo volviese a pillar con la guardia baja. Para la próxima, si es que había dicha ocasión, no dejaría que Francis cometiera tan osado acto sin llevarse un buen golpe de recompensa.

Alcanzó en un par de zancadas al rubio y comenzó a guiarlo a paso tranquilo por las calles, oscuras y solitarias, en dirección a la playa. Tal y como había entrevisto desde su ventana, la luna brillaba con fuerza en lo alto del cielo. La temperatura era fresca y agradable en comparación al aplastante calor del día, pero la gente no solía salir por la noche en aquella ciudad, así que no había ni un alma. Bueno, un gato medio ciego que andaba ya en los huesos, el cual siempre estaba posado en la repisa de la ventana del primer piso del edificio donde vivía la señora que le vendía huevos frescos a buen precio. Siempre, ya fuera de día o de noche.

Desentaponó la botella con cuidado y le pegó un trago para luego pasársela a Francia. ''El vino no nos durará mucho'' pensó, mirando con cierto deje triste el contenido que todavía quedaba. Era una pena acabarse un vino tan bueno, pero también lo era no bebérselo. No todos los dias le regalaban algo tan delicioso...

Al llegar a la playa, España fue directamente hacia la orilla quitándose los zapatos. La brisa marina invitaba, como siempre , a zarpar, abandonarse en el mar y no volver. Pero siempre volvía, claro. Aunque fuesen unas semanas, le agradaba estar en casa.
Dejó que el mar bañase sus pies, exhalando un hondo suspiro de alivio. No es que le doliesen, pero le encantaba sumergir los pies en el agua del mar, y , paradójicamente, en rara ocasión tenía la oportunidad de hacerlo (pese a pasar meses en alta mar). De hacerlo con calma y relax.

-No sé si bañarme- Le dijo al Francés- No hace frío y el agua está muy buena...
Aquello conllevaría tener que sacarse toda la ropa (o prácticamente toda) para no mojarla. Pero no había nadie más que Francia, y estaba oscuro, así que posiblemente, nadie iría a verle desnudo. Bueno, el gabacho. Pero él no contaba, eran amigos y tenía confianza. De hecho, quizá a él también le apeteciese bañarse.

- ¿No crees? Mira, ven y pruébala. Podríamos bañarnos...Y luego acabarnos el vino. O beber y bañarnos a la vez. Bueno, eso mejor no, que se nos caería la botella al mar, o le entraría agua, o vete a saber qué. Y si la tapamos bien, no le entrará arena, así que podemos dejarla con la ropa.-Ahora quería bañarse sí o sí.

[Siento que es una locura de post larguísimo. Entre poc i massa...o los hago muy cortos o los hago muy largos. Duh de mi]

En cierto modo le daba pena que aquella ciudad tuviera tan poca actividad por la noche. Había visitado otras localizaciones de la península que se llenaban de vida cuando el sol se ocultaba y la fiesta podía durar hasta altas horas de la madrugada e incluso hasta la mañana del día siguiente. Había vivido alguna de esas fiestas, era agradable y divertido. Cogió la botella y decidió esperar un poco para pegarle un trago.

Cuando llegaron a la playa, observó divertido como Antonio iba directo a la orilla, tirando los zapatos por ahí. Se paró en dos ocasiones para recoger los zapatos y llevarlos hasta donde fuera que se parasen. Miró al cielo y observó la luna que Antonio le había dicho que estaría en el cielo. Realmente era un ambiente estupendo. Estaba bebiendo cuando el otro le expuso la duda sobre si debía bañarse o no. Casi se atraganta con el líquido.

Dejó la botella en la arena, asegurándola bien para que no se cayera, se quitó los zapatos y se acercó para probar el agua tal y como Antonio le había dicho. Vaya, vaya. Que ahora no sólo quería bañarse él sino que quería arrastrarlo con él al agua. Lo juraba, estaba intentando por todos los medios no pensar mal pero era difícil. MUY difícil. Viendo el entusiasmo que había ido cogiendo Antonio, iba a ser muy difícil escaparse de bañarse. Bueno, razón no le faltaba, hacía buen clima para ello.

Se acercó a él y lo abrazó por la cintura desde detrás, apoyando su cabeza en el hombro del español por un momento.

- Está bien, está bien. Veo que no va a haber quien te convenza de lo contrario. Y creo que a mí también me empieza a apetecer. Primero nos bañaremos~ -desde su posición, dejando de apoyar la cabeza, empezó a desabrochar la camisa de Antonio con tranquilidad- Y luego nos acabamos el vino, ¿vale?

Sonrió complacido. Pellizcó suavemente la mano de Francis para que dejase su camisa y se la quitó él mismo con cierta lentitud.
-¿No nos cogerá un corte de digestión o algo, no?- La última vez que se habia metido en el agua tras comer pilló un mareo que no pudo moverse de la cama en tres horas. Le había sentado fatal.

Se sentó en la arena para quitarse los pantalones. Al quedar en calzoncillos, paró. No sabía si quitárselos o no. En verdad el clima era muy húmedo así que si se los mojaba tardarían en secarse. Por otro lado, tampoco quería quedar totalmente desnudo...
Miró a Francis a ver que hacía. Se levantó de la arena para volver a la orilla, en un principio decidió que se bañaría con los calzoncillos.

-De cabeza, eh? - Y dicho esto, se tiró al mar sin pensarselo dos veces, de cabeza, tal y como había anunciado. Al cabo de unos pocos segundos, salió a la superficie y se sacudió el pelo húmedo. Con una sonrisilla traviesa, se dirigió a Francia que aún estaba en la orilla.
-¿No vienes?

Se quejó un poco del pellizco (aunque también sabía que, si se lo hubiera propuesto, podría haber sido mucho más fuerte. Había experimentado esos pellizcos en sus propias carnes) Se puso de morros mientras se alejaba un poquito.

- Buh~ España es muy esquivo cuando quiere~ Yo que pensaba que España era un tío enrollado~ -escuchó la duda de si les iba a dar un corte de digestión mientras se quitaba la chaqueta y la doblaba. Era mejor que dejarla tirada de cualquier modo- No sé tú, pero yo no he comido. No creo que me dé ningún corte de digestión. Tranquilo, si te da uno, tito Francis te salvará~

Ah sí. Y quizás le hacía el boca a boca para revivirlo (aunque no lo necesitara). Volvió a perderse en sus pensamientos, que de nuevo estaban cada vez más alejados de la realidad. En algún punto, despertó de su ensoñación, se agachó y rebuscó en los bolsillos de la chaqueta. Sacó una tira y se recogió el pelo. Después pensó que bañarse en el mar y no mojarse el pelo era demasiado extraño y que, por mucho que quisiera, Antonio lograría mojárselo. Suspiró con resignación y se soltó el pelo de nuevo. Se quitó toda la ropa, a pesar que había visto a España entrar con ropa interior. Él tenía la suerte de tener su casa al lado, allí podía ponerse unos calzoncillos secos. Pero en su caso, tenía que volver hasta su casa (que no estaba a dos pasos, precisamente) así que lo mejor sería que estuvieran secos para luego. Iba a gorronearle la ducha, no creía que se dejara gorronear ropa interior.

- Voy, voy~ -contestó a la pregunta de Antonio. A veces era un poco impaciente.

Lo imitó y se tiró al mar de cabeza y subió a la superficie notando la agradable sensación de estar totalmente mojado con un clima igualmente agradable. Se echó el pelo hacia atrás con una mano y pegó un suspiro placentero.

- Tenías razón, mon amí . Merecía la pena meterse en el agua -dijo mientras nadaba hacia atrás un poco, sonriendo al español.

-¿Verdad que si? Encima está muy transparente, y eso que es de noche - podía verse gran parte del cuerpo a través del agua, aunque lelgaba un punto que estaba demasiado oscuro.
Sin decir nada, se submergió en el agua y buceó lo suficientemente hondo para que Francis le perdiese de vista. Nadó hasta el pegado al fondo y le cogió de los tobillos repentinamente, impulsándose hacia la superficie con las piernas y haciendo caer al francés dentro del agua repentinamente. Una vez Antonio estuvo fuera del agua y Francis dentro, le hizo una ahogadilla de unos segundos, y se apartó riendo dejando a Francis salir del agua. No podía parar de reir, todo le había salido a la perfección.
Pero ahora el francés estaba tardando en salir. Poco a poco dejó de reir. ¿Dónde estaba? Por la oscuridad no era capaz de verlo.
-¿Francis?-llamó , preocupado. ¿¡Y si lo había ahogado!?- ¡¡Francia!! ¡No tiene gracia, sal!
Comenzó a buscar alrededor con la mirada a ver si veia algun destello rubio. Nada. ¿Lo había ahogado? ¡Por favor que fuese una broma pesada de Francis a modo de venganza!

No prestó demasiada atención a España cuando se sumergió. Era algo normal. Él mismo lo haría de no ser porque le empezaba a gustar cada vez más la brisa que se había levantado y que le rozaba el rostro. Lo siguiente fue todo muy rápido y confuso. De repente estaba bocabajo y se había dado un golpe en la cabeza. Notó arena por el pelo y, por suerte, tuvo el instinto suficiente para moverse y acabar saliendo del agua para tomar aire. Tenía el pelo por la cara, con un aspecto bastante lamentable y los ojos ligeramente entrecerrados. Se quedó de pie, con medio torso fuera, muy recto. Escupió agua y se quedó un rato en silencio. Se movió al poco para quitarse una alga del pelo y dejarla caer al agua.

- Que sepas que si me quedo un poco para allá será gracias a ti. Me he pegado un golpe. -dijo aún con ese aire ligeramente enfadado. Se llevó una mano a la cabeza y entrecerró un poco los ojos al notar una ligera punzada de dolor. Lo siguiente que notó tampoco le gustó nada- Mon dieu... Tengo tierra en el pelo...

Agh, de repente todo había empezado a ir mal. Se llevó las manos a la cabeza y empezó a quitarse la tierra que iba encontrando. En cuanto quitase la mayoría, se mojaría de nuevo el pelo y se lo echaría hacia atrás. Ahora debía verse lamentable.

Suspiró aliviado al ver que Francia salía del agua e inmediatamente después, no pudo evitar reirse. Sentía el alivio que se siente rtas una seria preocupación y , además, Francis estaba muy gracioso con el alga en la cabeza y sacándose la tierra del pelo después.

No podía evitar sentirse un poco culpable también de la situación del francés, así que se acercó para ayudarle a sacarse la arena del pelo.
-Trae, deja que te ayude... ¡Pero estate quieto, coñe! - Dicho esto, cogió las manos de Francia que buscaban con afán cualquier resto de arena que pudiese quedar en su melena y las apartó en un ademán algo brusco, para así poder quitarle él mismo toda tierra. - Esto no sería tan difícil si tuvieses el pelo más corto.

Aunque dijese eso, la verdad es que no le haría ninguna gracia que Francis se cortase el pelo. Le gustaba mucho, era sedoso y brillante, se notaba que lo cuidaba con esmero. Además tenía un bonito color y olía muy bien, aunque eso no fuese algo que el español fuese a reconocer ante Francia, más que nada, por que este se le engancharía como una lapa o algo peor.

La tarea le llevó algo de tiempo, no veía demasiado bien y el vaivén de las olas lo acercaba y lo alejaba de Francia, haciéndole difícil mantener el equilibrio.
-Parece que el oleaje está aumentando. Pero aún se está bien, así que no hay problema, ¿verdad? - Sí, de momento las olas no los arrastraban lejos de la costa, lo cual sería muy peligroso.

Se separó un poco de Francis, algo incómodo por la proximidad en la que se encontraban a causa del oleaje y el asunto de la arena. Tratándose de él, existía una barrera de proximidad que no se debe cruzar si uno no quiere que se le lance encima. Aunque para Francis, el límite de esa barrera podía alargarse hasta dos kilómetros. O quizá más, pero Antonio no tenía ganas de comprobarlo.

Para rematarlo, el español se empezó a reír. Puñetero... Pensó que lo de ayudarle iba en broma y por eso no dejó de intentar quitarse la tierra, ganándose una ligera reprimenda. Bufó ante lo del pelo corto. Ya lo que le faltaba, que encima criticara su pelo.

- No estamos empezando bien. Mi pelo no sería lo mismo si estuviera corto. No parecería yo, estaría raro y perdería glamour.

Suspiró resignado, dejando que el otro siguiera con la tarea de quitarle la tierra. Sentir las manos del otro por su cabello era una sensación agradable, además se notaba que iba con cuidado de no pegarle algún tirón, cosa que agradecía de todo corazón. Enterró un pie en la arena para no moverse tanto con el vaivén de las olas. Suficiente dificultad tenía el español con la pobre iluminación. No se había fijado demasiado en el oleaje hasta que lo mencionó. Tenía razón, si seguía aumentando podría arrastrarlos.

Notó que Antonio se había separado un poco, observó de reojo su rostro y notó que había sido a propósito. No le importaba excesivamente cuando Antonio se apartaba porque sí, sin motivo oculto. Pero cuando lo hacía por algo, con aquella expresión en el rostro (demasiados años hacía ya que lo conocía), lo molestaba. Se sumergió en el agua, echándose el cabello hacia atrás.

- He tenido suficiente baño por esta noche. Salgo primero. -dijo Francis saliendo hasta tener el torso fuera. Ahora notaba más fresco que antes. Esperaba no pasar frío- Cuando te pones esquivo no eres nada mono.

Acabó por salir del todo sin esperar contestación. De todos modos, ¿qué contestas a algo así? Llegó a donde estaban las cosas y comprobó que eran tan inteligentes que no habían traído nada para secarse. Bien, merecían un trofeo cada uno. Esperó un poco, a estar menos mojado y se puso los calzoncillos por encima. Miró la arena... Ah... La chaqueta iba a quedarse echa un asco. La extendió en el suelo y se echó sobre ella, mojándola ligeramente y usándola a modo de toalla. Estiró una mano y alcanzó la botella, medio vacía, de vino. Síp, como Antonio no saliera pronto, se la acabaría él.

- Por esta derrota tan desastrosa en el agua~ -y, hecho ese brindis al aire, pegó un trago de la botella.

Bañarse solo no era algo demasiado divertido, así que pronto salió en pos de Francia. Se acercó a él viendo como Francis maniobraba con su chaqueta para tumbarse sobre ella y después beber un trago de vino. Se inclinó sobre él para agarrar la botella y pegar un buen sorbo, empapando a Francia con el goteo del agua que se escurría por su pelo y el resto de su cuerpo.

-Déjame un huequito- Dijo, y sin esperar respuesta, él mismo se acomodó sobre la toalla del francés, juntándose mucho a él a causa del poco espacio que había sobre la chaqueta. Sentado, rodeó sus rodillas flexionadas con los brazos, sujetándose con la mano derecha la muñeca izquierda para no tener que hacer demasiado esfuerzo , y perdió su mirada en el mar.

-Tengo ganas de volver a partir. Creo que llevo demasiado tiempo en tierra firme. ¿No te pasa? Si no hay nada ni nadie que me retenga aquí, no soporto pasar mucho tiempo sin moverme. No sé si me explico...-Se giró un poco para ver a Francia, al que le había estado dando la espalda.

El viento había empezado a soplar algo más frio, de modo que tomó su propia chaqueta y se tumbó junto a Francis, tapándo los cuerpos de ambos con ella. Se acercó un poco más al cuerpo de su amigo para quedar un poco más resguardados del molesto airecillo.
Le pegó el último trago a la botella, que quedó abandonada en la arena, para una vez más acurrucarse más cerca de Francis. Hacía frio, notaba el cuerpo humedo y cubierto por sal, la chaqueta se había mojado y molestaba al roce.

- No deberíamos tardar en irnos...- Murmuró. Le estaba entrando un sueñecillo inevitable a causa de la acción del vino y que...bueno, no se había echado la siesta. Y el calorcillo del cuerpo de Francis era muy agradable, a decir verdad. Arrullado por el sonido de las olas, los párpados empezaban a caérsele sin que pudiese ponerle remedio.

Abrió la boca para quejarse un segundo, al siguiente ya había pensado en que aquello sería una pérdida de tiempo y que en realidad ya se empezaba a secar. Total... cuatro gotas. Ya no le venía de eso. Aunque ahora se había quedado sin vino. La vida nunca era justa. Se movió obligado por el español. Bueno, la chaqueta ya no podía sufrir más. Antonio también traía agua salada, era un poco más del "mismo mal". Se quedó mirando al cielo mientras el otro le explicaba sus inquietudes sobre hacer demasiado tiempo que no se echaba al mar.

- Si deseas tener un motivo por el que quedarte, siempre puedo retenerte con mis mejores artimañas -le miró pícaramente y después rió un poco despreocupado- Pero sé que eso no es lo que quieres escuchar. El mar es agradable, pero lo mejor es llegar al puerto y buscar algo de compañía, disfrutar de otras culturas. Me gusta lo grande que es el mundo~

Notó el resguardo que les proporcionaba la chaqueta de Antonio y lo agradeció: realmente el viento se estaba volviendo más fresco. Y notó que se acercaba a él: vaya con el país de la pasión, se le había quedado el cuerpo bastante frío después del baño. Estiró un brazo y rodeó un poco al otro, intentando que el frío en el cuerpo del español fuera algo más temporal. El calor natural que desprendía Antonio le gustaba, lo consideraba una prueba de su pasión. Escuchó el tono y supo algo que confirmó al ver la cara de sueño que empezaba a tener el otro.

- Eeh~ -murmuró en un quejido flojito picándole un poco con un dedo en la mejilla. Tal y como imaginó, el español no se quejó demasiado. Ni tan siquiera le había despertado un poco. Suspiró al ver como se había dormido- Aw~... No deberías quedarte tan fácil dormido en los brazos de alguien como yo~

Y despertarlo era como misión imposible. Se incorporó, buscó la ropa de Antonio y dedujo que ponerle los pantalones era difícil (y peligroso, no sabía si se aguantaría las ganas de echar un vistazo) y que prescindiría de ello. Total, iba en calzoncillos... mojados y... ¿Se transparentaban? Se pegó un golpe en las mejillas. Bueno, no era el momento de perderse en divagaciones. Se agachó y le puso la camisa y por encima la chaqueta. Él se puso los pantalones rápidamente, la camisa (aunque tan rápido que ni se los abrochó). Con un gran esfuerzo logró levantar al español de suelo, cargándolo a su espalda.

- P-pesas bastante, mon amí... -murmuró entre dientes, haciendo un esfuerzo por coger la botella vacía y su chaqueta mojada.

Agradeció que la casa no estuviera lejos: Tenía más resistencia que Antonio, pero tampoco muchísima más. Encima notaba la respiración del español en su oreja y le estaba dando flojera. Mucha flojera. ¡Maldita sea, él no estaba hecho para llevar a nadie a cuestas y menos a alguien como el hispano! Se apoyó en la puerta y se dio cuenta de algo. No sabía dónde estaban las llaves. Miró la puerta con aire descompuesto, apoyando la frente. ¡Ahora intenta despertarlo! ¡Podrían pasar toda la noche en la calle!

- Antonio... Espagne.... -empezó a llamarlo con un tono normal de voz. Suspiró. Por mucha pena que le diera, tenía que despertarlo.- ¡España! ¡Despierta! ... ¡Mira cuántos tomates te han regalado!