No podía evitar el sonreír con burla y diversión mientras caminaba hacia la casa del austríaco. El sólo imaginarse lo que tuvo que haber pasado el señorito para pedirle que fuese a su casa a "cenar", le daba un sentimiento de superioridad dentro de sí casi tan increíble como lo era él. Hasta se reía como un cínico... un awesome cínico.
Pronto se vio en la puerta de la casa de Roderich, y sin siquiera dignarse a tocar, entró asotándo la puerta contra la pared. Se extrañó un poco al no encontrar a nadie, ni siquiera la austríaco regañándole por haber entrado a su casa sin anunciarse primero, sólo había silencio... bueno, sólo se podía escuchar el sonido del... ¡piano! Volvió a sonreír y cmainó hasta el cuarto que Gilbert sabía que se hallaba el piano del castaño.
-Kesesese~- Rió. Una vez estuvo ante la habitación de donde provenía aquella melodía, primero pensó en tocar... pero no lo hizo. -¡Ya estoy aquí, señorito!- Exclamó abriendo la puerta de golpe, como había hecho hacía unos minutos.