Tú puedes, Ucrania. ¡Tú puedes!

Estaba de pie frente a la casa de su hermano, con una mano levantada, una canasta en la otra y el corazón palpitándole en la garganta. Sobra decir que se moría de miedo. Le habían ordenado venir a buscarlo; no comprendía muy bien todo aquello, después de que su primera orden fuese alejarse de él para siempre, y ahora, después de tanto llorar y tratar de esconderse y frenar los intentos de su hermano por acercarse... no lo entendía bien, y estaba muy asustada.

Golpeó finalmente la puerta, y el movimiento de su brazo hizo que sus pechos rebotaran un par de veces.

-¡Ru-rusia-chan! ¡Soy yo!

Luego esperó, con las lágrimas rodándole por las mejillas violentamente.

Estaba descansando un rato en la sala de su casa, luego de haberse comido un buen plato de strogonoff. Cuando estaba a punto de quedarse dormido, escuchó como alguien golpeteó la puerta y seguido de eso, escuchó una voz femenina bastante familiar "¿Hermana Ucrania?" pensó, quitándosele todo el cansancio que tenía, sonriendo realmente extrañado con esa visita, pero muy feliz a la vez.

Fue hasta la entrada lo más rápido que pudo, abriendo la puerta y encontrando a la joven chica -Hermana- Mantuvo su sonrisa, hasta el momento en que notó como la chica estaba llorando- ¿Q-qué sucedió?- En su rostro se notaba preocupación, su tan querida hermana había roto en llanto justo en frente de su morada ¿Qué podría haberle pasado? y... ¿Porqué ahora se aparecía allí en vez de huír del ruso por órdenes de su jefe? Eran cosas que se preguntaba el ruso, mientras tomaba a la chica entre sus brazos, intentando hacerle calmar mientras le daba un cálido abrazo, uno que rara vez podría sentirse por parte del ruso.

-Vamos a entrar, da?- Dijo luego de un rato de haberle abrazado, notando como la chica estaba algo más calmada.

Cuando la puerta se abrió pensó en dedicarle una sonrisa a Rusia, tal como había estado practicando durante todo el camino, pero entonces él la abrazó y su corazón redobló su marcha. Era una velocidad insana, totalmente imposible, que solamente su hermano era capaz de revolucionar en ella. Tenía mucho miedo, estaba totalmente aterrada, pero también se sintió feliz, porque hacía décadas que no era capaz de estar así de cerca del pequeño niño al que había criado como si fuera su propio hijo, y por eso estiró sus propios brazos, dejando caer la canasta, y se apretó contra él entre espasmos involuntarios mientras se deshacía en llanto.

-S-sí...- consiguió decir, cuando finalmente se hubo tranquilizado, aunque aún hipando débilmente. -Lo siento... lo siento mucho, Rusia-chan... n-no quiero importunar...

Se llevó una mano al rostro para limpiarse las lágrimas y tomó aire con fuerza, porque sabía que era capaz de volver a estallar en llanto si se le daba la oportunidad.

Le secó las lagrimas que salían de los ojos de la chica, inclinandose para tomar la cesta que había dejado caer -Ten- Se la entregó con una sonrisa que no pudo evitar demostrar luego de poder verle desde hacía ya mucho tiempo. Realmente estaba feliz.

Le tomó de la mano e hizo pasar a la chica a la gran casa, guiándola hasta la sala donde estaba descansando hacía unos minutos atrás.

-Hermana quieres tomar algo? -Sonríe, mirandole como si fuese un pequeño niño, luego de recibir su tanda de chocolate diario. Tomó asiento al lado de la chica, mirando la cesta que traía ¿Qué será lo que llevaba allí adentro? Prefirió no preguntar y esperar a que ella misma le dijese si quería.

Se ruborizó al sentir los dedos de su hermano sobre su rostro y luego recibió la cesta. Ah, dios... La había dejado caer... Seguro que ahora todo estaría estropeado. En eso pensó, aunque de algún modo no le importó demasiado... no ahora. Trató de devolverle la sonrisa, aunque fue torpe y temblorosa, y luego entró a la casa con paso lento, temeroso, mientras miraba todo con ojos expectantes.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que estuvo ahí? No lo sabía, pero aquél lugar aún conservaba los olores y colores que recordaba, y por un momento fue como volver a casa.

-Ru-Rusia-chan...- susurró, a punto de echar afuera un discurso precipitado y muy ensayado, pero se interrumpió cuando él habló. -U-uhm... no, yo...- cabeceó precipitadamente y, poniendo la canasta sobre la mesita ratona, se puso de rodillas enfrente de ésta y empezó a sacar lo que llevaba ahí adentro.

Colocó sobre la tabla de la mesa un recipiente con blines recién horneados (y algo deshechos por la caída) y una botella de vodka ucraniano que había destilado con todo el amor del que era capaz para su hermano pequeño. Luego lo extendió todo hacia él, mientras cerraba sus ojos de nuevo llorosos y temblaba. Sus pechos también produjeron un sonidito curioso cuando hizo todo aquello.

-¡Po-por favor, Rusia-chan! ¡Haz una alianza conmigo!

Y aguantó la respiración mientras aguardaba por su respuesta.

Le miró curioso por saber que era lo que se encontraba dentro de la cesta. Siguió a la chica con la mirada, observando como sacaba unos bocadillos y una botella de vodka proviniente de Ucrania, se sonrojó un poco al pensar que su hermana había traído unas cosas para compartir con él, de vez en cuando necesitaba que alguien le recordara.

Tomó las cosas, todavía con un leve sonrojo en sus mejillas -S-spasibo, hermana...- Notó como sus ojos estaban llorosos y temblaba un poco, no entendía que le sucedía a la chica, hasta que se le aclararon las dudas con la petición que le hizo su querida hermana.

-No tienes porque pedirlo de esta manera~ -Dijo sonriente, refiriendose a que no eran necesarios los regalos para que el aceptara tal alianza, había estado mucho tiempo separado de su hermana mayor que se le sería imposible poder rechazarle cualquier cosa y mucho menos algo así podría rechazarlo -Da, Hagamos una alianza~

Además de que la chica estuviese interesada en mantener una alianza por razones que el ruso no sabía, éste mismo tenía las suyas. Después de todo... Todos serán uno con Rusia.

Levantó la cabeza aún un poco temerosa al escucharlo hablar. ¿E-estaba escuchando bien? ¿Había dicho que sí? Su corazón, ya de por sí acelerado, fue aún más de prisa y sintió cómo una sonrisa se extendía por sus labios agradecidamente.

-Ru-Rusia-chan...

Ah... Si fuera más pequeño, y ella no estuviera aún tan traspuesta, seguramente habría ido a abrazarlo otra vez. Pero no, no... sorbió por la nariz y apoyó las manos sobre la mesa, sintiéndose muy feliz.

-¡¡G-gracias!! ¡Muchas gracias! ¡Te prometo que trabajaré muy duro y no te defraudaré! ¡¡Lo prometo!!- levantó las manos par cubrirse la sonrisa y sintió también las lágrimas de alegría que le corrían por las mejillas, y luego se las secó apresuradamente. -Y... y yo... esto...- tomó aire. -Quería cocinar un poco para ti desde hacía tiempo, pero... t-tú sabes... Mi jefe...

Aquellos habían sido días terribles, llenos de angustia. Por supuesto, aún quería hacer más y más amigos y convertirse en un país totalmente autosuficiente, pero su hermano... ambos, sus hermanos seguían siendo las personas a las que más amaba en el mundo. Sobre todo el pequeño Iván.

Sonrió ampliamente viendo como la chica sonreía mientras se le salían las lágrimas de la felicidad, como se notaba que estaba realmente feliz con poder estar reunida con su querido hermano.

-cocinar? -Sonríe, recordando la comida que le preparaba su hermana, siempre era muy rica - Da!! Yo quiero que Ucrania cocine para mi! -Dice emocionado, recordando todos los sabores que su boca experimentaba cuando la chica le cocinaba. Sería muy feliz con volver a probar de su cocina.

tomó a la chica de la mano, llevandole rápidamente a la cocina, estaba demasiado emocionado, seguro la chica se reiría de su actitud, pero no podía evitarlo, la felicidad más la impasiencia que tenía en esos momentos no ayudaba mucho.