Parada obligatoria

Aquello no podía estar pasando...

Cerró los ojos, se golpeó con la mano un par de veces la cabeza, y volvió a abrirlos.

-Estupendo. Perfecto. Esto es increíble. ¡Si no hace tanto que salimos de casa! Deberíamos haber sabido que nos podía ocurrir... -comentó Arthur al resto de tripulación, bajando y subiendo el tono de voz de forma irregular. -Y de todos los sitios... ¿Aquí?

Francia. Tierras francesas. Gente francesa. Y el maldito francés de turno.
Y sabía que iba a tener que vérselas con él porque habían sido vistos en la costa, a la que se estaban aproximando.

-Odio el mal tiempo... -murmuró para si mismo, ya que su voz se ahogaba por el griterío de órdenes existente en el barco.

Y encima eso. No le solía pasar, pero esta vez el oleaje intenso lo estaba mareando. Necesitaba llegar lo antes posible.

-"Si vomito que sea sobre ropa francesa... sólo pido eso..."

Poco después consiguieron poder desembarcar allí, aún así la vigilancia gala no les permitiría moverse mucho. Aunque... él poco iba a hacerlo. Estaba más pálido de lo que ya era normalmente y miraba un punto fijo. El mareo había ido a más, así que hizo lo posible por sentarse sobre una madera. Esperaría a que se le pasara...

El clima era un asco. No podías salir a la calle para pasear sin mojarte un mínimo. Tampoco podías navegar porque el oleaje te impedía salir del puerto... Suspiró aburrido, echado sobre un sofá. Aunque habían bastantes papeles sobre su escritorio, decidió que no estaba ni de humor para ponerse a trabajar. Por ese mismo motivo ahí se encontraba, mortalmente aburrido. Ya esperaba que nada interesante pasara durante el día cuando llamaron a la puerta de su despacho. Se apresuró en levantarse y sentarse de manera correcta.

- Adelante~ -murmuró.

- Señor, hemos avistado un buque inglés a no mucha distancia de la costa, creo que se está acercando -dijo el hombre seriamente.

En cambio, a Francis se le dibujó una sonrisa traviesa en el rostro. ¿Ingleses? Es decir... ¿Él? Oh, sí. Aquello se había puesto repentinamente interesante. El día había mejorado a pesar de que aún seguía sin poder hacer prácticamente nada. Se llevó un dedo al mentón, algo pensativo pero sin dibujar la sonrisa del rostro.

- Bien, dejadles que lleguen y bajen pero que no se adentren más de quinientos metros. Si se quejan ignoradlos y si lo hacen en inglés, aún más. Estaré allí en cuanto pueda para dialogar con ellos -ordenó mientras se levantaba.

Se cambió la ropa, se puso una chaqueta larga, se ató el pelo en una coleta y salió a la calle. Al menos lo único que hacía ahora era bastante viento y el cielo seguía muy tapado. Eso significaba que, con tal ventolera, los ingleses no podrían salir tan rápido de su país. Lo que significaba que, si Arthur iba con ellos, aquello iba a ser rematadamente divertido. Caminó por las calles y, cuando ya andaba cerca, pudo divisar el barco, con la bandera inglesa ondeando violentamente al viento.

- Tienen tan mal gusto con esa bandera~ -murmuró para sí mismo con desaprobación, mientras seguía avanzando.

Se quedó en el lugar en el que sus guardias habían montado un cerco de vigilancia para asegurarse de que los ingleses no se adentraran más de la cuenta. Observó la multitud, analíticamente, hasta que: Bingo; encontró a Arthur sentado sobre una madera con aspecto derrotado (?). Habló con sus subordinados, para asegurarles que no ocurriría nada y que era seguro dejarle pasar hacia el improvisado "refugio inglés" (Eso sí, que vigilaran cualquier movimiento en falso de la tripulación del inglés, llegando a disparar si así se lo ordenara.) Caminó con parsimonia hasta llegar a donde se encontraba el inglés. Mirándolo desde arriba con fingida compasión.

- Mon dieu, Arthur. Te ves realmente abatido. ¿Ya te diste cuenta que tu deseo de toda la vida había sido ser francés y estás arrepentido de ello? -dijo Francia sonriendo triunfal.

No sabía lo que le pasaba. Quizá necesitaría tomar algo... Mantenía la vista fija en sus propias botas sobre el suelo arenoso y húmedo. El viento le agradaba ahora porque ayudaba a disminuir aquel sentimiento de agobio. Oía cómo sus hombres se quejaban por no poder adentrarse más allá y por esa vigilanza que les habían puesto desde que llegaron. Mejor no dar un paso en falso, después de todo sólo estaban de paso. Un paso obligatorio.

Escuchó a uno de sus hombres gritar, enfrentándose a un par de guardias franceses, pero estos únicamente respondían riéndose de forma desagradable.

-Allan... -murmuró, se notaba el mareo en su voz.- Encárgate de que no haya trifulcas con los franceses...

-¿Pero usted está bien? ¿Necesita algo?

-Vamos, haz lo que te digo de una vez. -respondió secamente, volviendo a bajar su rostro mientras el otro obedecía.

Parecía haberlo conseguido dado que las risas menguaron. Menos mal, menos ruido....cerró los ojos y suspiró. Encima le estaba dando frío porque sus ropas estaban húmedas. Aunque... no podía quejarse ya que no era el único en esa misma situación.

Al poco rato notó la amortiguación de unas pisadas dirigiéndose hacia él. Fue alzando su rostro para ver qué querían de él cuando se encontró con el francés. Lo esperaba, pero sólo deseaba que no hubiera llegado tan pronto como para encontrarlo en ese estado.

-Me alegro de verte. -respondió, claramente irónico.- Ándate con cuidado, con este clima se te va a rizar el pelo. -sonrió mordazmente.

Pero la chulería se le fue pronto cuando sintió un nuevo mareo. A pesar de aquello, y como odiaba las alturas que los distanciaban, decidió que había llegado la hora de ponerse en pie. Se tambaleó un poquito... (¿podía estar más mareado? Maldita sea, no era el mejor momento...) y se encaró de nuevo al francés.

-Gracias por tan buena bienvenida... ¿cuánta distancia tenemos? ¿quinientos? ¿seiscientos metros? Desbordas amabilidad, Francia.

Dicho esto ladeó la mirada, para luego cerrar los ojos. Sus ganas de sentarse de nuevo iban en augmento, pero su deseo de no ser menos que el galo era más fuerte.

¿Que se le iba a rizar el pelo? Instintivamente (y con cierto disimulo) se lo chafó con una mano. No parecía estar muy rizado. Inglés mentiroso... Repentinamente le miró con cierta curiosidad. ¿Se había tambaleado? No le dio tiempo a pensárselo demasiado puesto que el inglés volvía a la carga. Rió con un poco de ironía.

- Oh vamos, ¿me dirás que tú me darías más terreno del que yo te he dado? No es que seamos amigos de toda la vida y que nos llevemos como si fuéramos los mejores hermanos del mundo. Nunca se sabe cuándo se te cruzarán los cables y decidirás intentar cualquier tontería. Era simple previsión... ¿sabes? -su tono de voz disminuyó un poco.

Estaba algo perdido en sus pensamientos viendo los gestos del otro, algo más lentos de lo normal. Además estaba bastante desprotegido. Podría haberlo atacado ya un total de tres veces si hubiera querido y aseguraría que en las tres hubiera hecho diana. Estaba claro que algo le pasaba al inglés y que, por mucho que se empecinara en ocultarlo, no estaba teniendo éxito con ello. Sabía que si le preguntaba lo negaría, así que empezó a pensar en cómo demostrárselo. Con un movimiento de pierna, le hizo la zancadilla en una, haciendo que perdiera el equilibrio para así poder agarrarlo de la cintura y echarlo ligeramente hacia atrás. Lo miró un poco serio.

- Estás despistado, ¿te encuentras bien? Y si lo intentas negar me voy a reír en tu cara. En tus plenas facultades no podría haber hecho esto a la primera ni por asomo.

Se llevó una gran sorpresa al notar cómo algo le hacía tropezar. No le dio tiempo a reaccionar. Cayó hasta notar cómo el francés rodeaba su cintura. Apretó dientes al ver que había sido él mismo el que le había hecho caer de ese modo tan estúpido, sólo para demostrarle que no estaba en plenas facultades. Eso ya lo sabía.

Se había agarrado al brazo del francés con uno de los suyos. Así se aseguraría de que no lo iba a soltar. Dada la postura, como lo hiciera, acabaría bien embarrado. Y era lo que menos quería delante del galo. Ya tenía suficiente con que su ropa estuviera húmeda por culpa de la lluvia.

Mantuvo un rato de silencio, hasta que trató de incorporarse para poder sostenerse por si mismo. Tenía razón. No merecía la pena ocultarlo, por 'verguenza' que sintiera.

-Me siento algo mareado. Sólo es eso... -dijo mientras trataba de conseguir que el otro le dejara ponerse como antes.- Se me pasará enseguida.

O eso esperaba.

Lo cierto era que esperaba que lo negara. Arthur solía ser muy terco cuando estaba el francés delante. Ya podía estar defendiendo algo que no tuviera sentido del estilo: ¡Es de noche! a pesar de que el sol estuviera en el cielo deslumbrando. Lo que fuera con tal de llevarle la contraria. Bueno, era algo que él había hecho también: lo que fuera con tal de no estar de acuerdo con Arthur. Sus principios le decían que no podía asimilarse a Arthur, a él le faltaba estilo. Pero bueno, a pesar de todo, no dejaba de ser Arthur, se lo veía mal y le preocupaba un poco (¡sólo un poco!) Frunció un poco el ceño a la vez que le dejaba incorporarse.

- Necesitarías reposar en un sitio tranquilo y cubierto... -dijo poniendo los brazos en jarra. Acabó por agarrarle el brazo y pasárselo por encima de los hombros, sujetándole la cintura para que así pudieran caminar- Puedo dejarte un trozo de sofá para que descanses un rato. No me gustaría que luego fueras diciendo por ahí que no sé ser hospitalario. Dejaré que tus hombres descansen en mi ciudad y que puedan entrar a las tabernas. Pero, como hagan desperfectos, tendrás que pagarlo todo tú. Espero que los hayas educado bien.

Eso último lo dijo con alevosía. Sabía que Arthur se preocupaba también por los modales. Hizo un gesto a uno de los soldados y hablando rápido en francés, le dijo que los ingleses tenían permiso para entrar, aunque indicó que vigilaran un poco las tabernas, donde podían producirse más incidentes si los ingleses bebían más de la cuenta (cosa que pasaría con mucha facilidad, era casi seguro)

No le iba a negar la ayuda. Sabía que el clima, tal y como se encontraba en ese momento, lo único que podría hacerle era mal. Y encima se sentía casi como un títere. Le pesaban los miembros y, cuando el francés lo agarró del brazo, fue como si no fuera suyo. Se quedó apoyado en el otro y comenzó a andar con algo de desgana y pesadez.

-Están... perfectamente educados.- dijo con un tono ligeramente pedante (lo que le permitía el mareo).

Luego no entendió prácticamente nada de lo que el otro decía. Entre que hablaba rapidísimo y que hacía mucho tiempo que él no... bah, realmente no tenía interés alguno en entender francés. Por eso era. Un idioma como ése no era merecedor de que Arthur Kirkland lo hablase. Luego prosiguieron su marcha.

No tardaron mucho en llegar a la casa. Se quedó mirándola desde fuera, como si la examinara. Había cambiado algo desde la última vez que la había pisado.

-Ugh...creo que voy a vom-- -dijo, para despues hacer un gesto en dirección al francés, como si fuera a hacerlo sobre su ropa. Paró en seco y, tras verle la cara, se echó a reír.- T-tendrías que haberte visto!

No duró demasiado su risa porque, vamos, tampoco es que tuvieran un 'colegueo' tremendo. Pero las bromas eran las bromas, no?

-Ya, ya lo dejo... -dijo con una sonrisilla aún en el rostro.- Es que es raro que estén tan callado, no pareces tú.

Para qué negarlo. Se había asustado cuando había dado la impresión de que le iba a vomitar encima. La ropa era cara y hecha a medida, no era un pensamiento agradable el de que el inglés le vomitara encima. Pero, para su sorpresa, el susodicho empezó a reír diciendo que si debería haber visto su cara. Se lo quedó mirando con una expresión indefinida, como si le estuviera dejando tiempo para terminar y que se le pasara ya la "tontería".

- Humor inglés por lo que veo. ¿Nunca te dijeron que eres el único que encuentra graciosas tus bromas?

Se le hacía demasiado extraño que Arthur bromeara con él, por el hecho de que en cuanto podían se tiraban de los pelos, pero vamos...

- Podría meterme mucho contigo ahora mismo, pero no lo hago por respeto. Estar enfermo no es agradable. -dijo Francia- Eso sí, si te vas a poner triste si no digo nada, siempre puedo burlarme de ti y tu estado actual.

Lo ayudó a sentarse en el sofá e interrumpió todo intento de queja por parte del inglés diciéndole que ahora volvía. Fue a su cocina y buscó algo que pudiera sentarle bien a Arthur, regresó y se lo pasó. También llevaba una palangana, la cual dejó a un lado del inglés.

- Eso es por si tienes que vomitar. No quiero que me manches el traje -dijo suspirando un poco, sentándose no muy lejos del otro.

Se quedó en silencio ante toda la parafernalia que le estaba soltando después de la maldita broma. Luego se quejaría y se pondría lloroso cuando luchaban, pero es que no había otro modo de tratar con él, era un desagradecido idiota que parecía sólo guiarse por el interés. Aunque mejor no hablar mucho de intereses cuando él vivía en base a los suyos propios. Y debería haberse mantenido callado más rato, dado que el galo había tomado la iniciativa de irlo callando ahora que quería quejarse.

Optó por relajarse un poco en el sofá, además de que podría aprovechar para ensuciárselo un poco de barro, mientras el otro parecía haber ido a la cocina. No fue mucho rato, pero aprovechó el estar solo para dirigir la mirada a su alrededor, observando la casa del francés. Alzó una ceja, no podría decirle que tenía la casa descuidada. La tenía bastante limpia y ordenada... bah. Algo molesto con no poder meterse con él, vio cómo volvía portando algo que podía mejorar su mareo y la palangana. Eso último sí que parecía de mal gusto, por muy útil que fuera. Si acababa vomitando, habia tomado la decisión, lo haría sobre el traje del francés ya que tanto lo quería evitar (?).

Agradeció con un ligero ruido lo que le había dado y bebió. En ese mismo instante no sentía mucha mejora, pero sabía que lo necesitaba. Le gustaba mucho el mar (por suerte, porque ser una isla y no gustarte el mar es muy duro), pero cuando se ponía tan bravo que acababa mareándolo pensaba que era la cosa mas horrible del mundo. Prefería tierra firme mil veces más en esos momentos. Bueno, tierras inglesas o por colonizar, mejor, no francesas... en estas sólo había gente que no sabía comprender lo interesante que era vivir como inglés. (?)

-N-no puedo más... -aún mareado, y después de haberle dado un trago largo a aquello que más bien parecía un mejunge raro, dejó el recipiente sobre una mesa cercana. Luego se apoyó en la zona del respaldo con el brazo y cerró los ojos.- Menudo plan que llevo estando así... -murmuró con desgana mientras llevaba una mano hacia su rostro, colocándosela modo venda.

No sabía cuanto tiempo iba a 'estar en paz' con el francés, ni si le pediría algo a cambio de ofrecerle su casa; pero aprovecharía cada instante de tranquilidad para tratar de mejorarse.

Le miró de reojo, arqueando una ceja al ver como el otro se dejaba caer y se quedaba aún más desprotegido si era posible. Era tan “lamentable” que hasta se le quitaban las ganas de intentar fastidiarle. Se echó hacia un lado, buscando algo que sabía que debía estar allí.

- ¿Has venido a morir a mi casa? Oh, qué amable por tu parte tener ese detalle. -dijo mientras seguía tanteando el suelo, mirando de reojo no fuese que le diera un subidón de energía al inglés y le pegara porque sí, cosa que no sería la primera vez que ocurría.

Por fin dio con el dichoso papel que andaba buscando. Siguiendo las instrucciones que alguna vez alguien le había dado (ya ni recordaba quién había sido), dobló el papel y al poco tuvo hecho un pequeño abanico de papel. Sin mucho empeño, el francés empezó a mover el abanico improvisado, dándole un poco de aire al moribundo inglés.

- Como hagas un sólo comentario, dejaré de ser amable y te haré comerte el abanico. Y te aseguro que ahora te gano a fuerza -dijo Francis con una ligera mueca de disgusto. El inglés solía ser desagradecido y encima que intentaba que no se muriera de aquel modo, era capaz de burlarse porque “le estaba abanicando”.

Al rato de estar así, y viendo que Arthur tampoco decía nada, empezó a pensar que la situación era extraña. Además, se había cansado de lo del abanico y no sabía si eso le ayudaba o simplemente estaba haciendo el primo. Dejó caer el abanico de papel sobre el inglés.

- Supongo que empezaré a preparar algo para comer y que te invitaré a unirte. Ya lo sabes, por cortesía -dijo el galo incorporándose- Si te vas a morir del todo avísame, vendré corriendo a ver. Si te aburres siempre puedes venir a la cocina a intentar aprender cómo se hace. Aunque dudo que se te quedara algo en la cabeza.

Vale, quizás estaba siendo duro cuando el otro estaba hecho una mierdecilla. Pero era, precisamente, por eso. Si no discutían se hacía extraño. Arthur flojucho era algo siniestro porque no parecía él mismo. Era demasiado fácil ganar y por tanto no era divertido (?)

-Si me estuviera muriendo no te daría el gusto de verlo...- murmuró con desgana, mientras seguía en la misma posición. Escuchó ruido, pero no se dignó a mirar hasta que notó como un golpe de aire venía hacia él. Se destapó los ojos un poco para ver lo que estaba pasando y vio el abanico improvisado. Y lo mejor, al francés usándolo para abanicarlo a él. Pensó en un par o tres de cosas que decirle sobre el estarlo abanicando, pero tuvo que reprimir sus ganas ante 'la amenaza'. Parecía que él no era el único que sabía cómo podría actuar el otro según la circunstancia... Acabó tapándose los ojos de nuevo. Le estaba yendo bastante bien, el malestar le provocaba unos calores molestos.

Pero de repente paró. La cayó el trozo de papel con forma de abanico encima y escuchó al otro decir lo de la cocina. Se quedó en silencio. No soportaba que se metieran con su comida, solía quedarse bastante apagado cuando sacaban ese tema. Pero es que en ese momento era aún peor, no se veía capaz de decirle nada. Sólo suspiró y escuchó cómo el otro movía unas cosas y otras en la cocina.

Al rato, probó a destapar su rostro e incorporarse un poco. El mareo ya no era tan fuerte a pesar de que sentía su cabeza arder un poco. ¿Tendría algo de fiebre? Tomó el papel doblado y se empezó a abanicar él mismo mientras miraba lo sucio que había dejado el sofá del galo. Quizá se habia pasada restregando la bota en una de las partes...y eso que el galo 'se estaba comportando'.

Cuando el abanico parecía hacer un nuevo efecto en la mejora de su estado, decidió que era el momento de probar a ponerse en pie. Se apoyó en el sofá y se empujó hasta lograrlo, pero sintió un nuevo mareo de repente y acabó sentándose de nuevo. Chasqueó la lengua, a ese paso se quedaría ahí para siempre (exagerado...).

Y entonces un maldito buen olor empezó a inundar la sala.

La cosa era sencilla: debía preparar algo que estuviera bueno, que fuera ligero y que pudiera animarle dado el estado en el que se encontraba. No es que fuera imposible, pero también estaba condicionado por los alimentos que tenía en casa. Y cuando estuviera mejor... Ahahaha.... Se le dibujó una sonrisa extraña en el rostro y un aura enrarecida se instaló a su alrededor.

Oh, sí... Cuando se recuperara un mínimo le haría limpiar su sofá. Aunque hubiera estado pendiente de él, en cierto modo (y no porque le preocupara. Si se moría, no iba a llorarle. Pero era una manera muy patética de morir, prefería que fuera por su mano.) también se había percatado de cómo le estaba poniendo el sofá. ¡Su hermoso sofá! De telas caras y que había mandado a hacer especialmente. No existía ese sofá en ninguna tienda. Tenía su toque y ahora, además, una capa de barro. Estaba siendo compasivo porque estaba enfermo pero, cuando se mejorara, daría el golpe de gracia. No pensaba dejarle marchar sin que se lo dejara tal y como estaba antes de que viniera a ensuciárselo.

Siguió cocinando, logrando así distraerse de cualquier pensamiento. Le gustaba cocinar precisamente porque le hacía sentirse más relajado. Lograba que cualquier pensamiento negativo le molestara y además se entretenía. Al rato, la cocina estaba inundada en el olor de la comida que preparaba. Apagó el fuego y retiró la comida, sirviéndola posteriormente en un plato. Por un momento dudó pero acabó decantándose por acompañar la comida con un vaso de agua.

Volvió a la sala con el plato en una mano y el agua en la otra. Un ligero tic se le instaló en la ceja cuando vio el desastre del sofá por completo. Aunque tuviera que encadenarlo, ése no se iba de allí sin limpiarlo. Se aseguraría de ello. Dejó las cosas sobre la pequeña mesita que había delante del sofá.

- Aquí tienes. Te hubiera traído vino pero creo que no sabes valorarlo y además no sé si te sentaría muy bien en tu estado -dijo dibujando una sonrisilla sarcástica.

Ajeno a los futuros planes del francés trató de incoporarse un par de veces mmás, con el mismo éxito que la primera vez. Fue entonces cuando escuchó cómo unos pasos se acercaban a él. Dirigió su vista al galo, pero poco duró porque vislumbró el plato de comida que le traía y ponía sobre la mesa.

La sonrisilla que le dedicaba en aquel momento le daba exactamente igual. Pensaba comerse el plato entero, a menos que la molestia aumentara de nuevo y tuviera que dejarlo.

-El agua está bien.- dijo tratando de hablar como siempre, a pesar de que su voz no era tan fuerte.

Se acomodó un poco al borde del sofá y, primero, bebió un poco del vaso. Agua fresca... la necesitaba. Luego probó la comida tranquilamente y empezó a comer de forma discreta. El malestar no le permitía ir más rápido, pero tampoco se lo permitía el hecho de que el francés estaba a su lado, mirándole.

-Y tú... ¿no comes? -preguntó tras tragar. Le miró de reojo.- ¿No lo habrás envenenado, no?
Podría parecer que pecaba de desconfiado, pero todo era posible entre ellos. Quién sabe con lo que podría salirle.

(siento el post cortito ;__; )

Decidió que era una buena idea no sentarse más en ese sofá ahora cubierto de barro. Se acabaría ensuciando la ropa también. Observaba que, al menos, no se quejaba por la comida. Más le valía, sino se encargaría de que la comida acabara por su cara. Nunca había dado motivos a nadie para que se quejara por sus comidas. Y no iba a aceptarlo.

Se fijó en que Arthur le miraba tras hacerle aquella pregunta. Podía leer la desconfianza en sus ojos.

- No, comí antes algo y ahora no tengo hambre. -dijo el francés.

Luego escuchó el apunte de envenenar la comida y frunció el ceño con una expresión ofendida. ¿Cómo podía ser tan desagradecido? Empezaban a parecerle un sueño aquellos días que habían compartido cuando el otro no era más que un mocoso y aún no desconfiaba de todo aquello que se moviera.

- ¡Eso es muy maleducado! Estoy atendiéndote porque estás que das pena y lo único que se te ocurre es preguntar si he envenenado la comida, ¿verdad? Eres un desagradecido.

Refunfuñó por lo bajo en su propio idioma (por eso no levantó mucho el tono, temía que aún recordara bastante de lo que le enseñó al inglés). Le limpiaría el sofá y lo echaría a la calle. Crío desagradecido...

(No te preocupes~ ♥)

-Tampoco hace falta que te pongas así, Francia. Mira que eres tonto.- Dijo mientras le daba pequeños bocados a la comida.

Tanto observarle seriamente le estaba irritando. Prefería mil veces que se pusiera a comer también a estar siendo enfocado por los ojos azules del galo. Bebió un poco más de agua, con tan mala suerte de que el vaso se le terminó y él no tenía ganas algunas de levantarse (más bien no podía hacerlo por el mareo, pero no lo diría). Lo dejó algo molesto sobre la mesa y siguió comiendo.

-Sólo me parecía raro. ¡Es que me pones nervioso!

Y volvió a pensar en la sed que tenía. Se miró el vaso con desgana y decidió que una vez habia comido algo su cuerpo reaccionaría mejor a la hora de levantarse. Seguro. Así el francés no le podría decir más veces lo tan bien que le estaba atendiendo. Si hacía falta, haría él las cosas. Cogió el vaso y se puso en pie rápidamente.

Murmuró una serie de quejidos en inglés con una mezcla de insultos (porque se sintió mareado de nuevo), seguido de un 'voy a por agua'. Luego empezó a avanzar hacia la cocina en un intento de parecer estar bien. Sentía calor y la cabeza le empezaba a arder. Oh, no... fiebre. Eso sí que no podía ser verdad.

(;__; eres la única persona que me contesta de...6 topics.)

Terminó por aburrirse. Si no se enfadaba o le gritaba, Arthur podía llegar a ser muy aburrido. Cogió un libro y prosiguió la lectura que tenía a medias. Justo cuando le dijo que le ponía nervioso. Levantó la mirada y dibujó una sonrisilla perversa.

- Así que te pongo nervioso~ -dijo sin borrar aquella sonrisa del rostro- Qué interesante~

Volvió a bajar la mirada al libro, aunque la sonrisa no había desaparecido. Aquello había empezado a ser divertido de nuevo. Si se ponía nervioso podía meterse mucho con él y se pondría aún más nervioso. Sí, iba a ser muy divertido y ganaría. ¡Hah! Paseaba la vista por encima de las letras, pero en realidad no entendía nada de lo que estaba viendo. Seguía inmerso en sus pensamientos de victoria sobre el inglés. Cuando reaccionó, Inglaterra iba de camino a la cocina a por un poco de agua.

Giró un poco la cabeza para poder ver cómo caminaba e intentar descifrar si estaba mejor. Bueno... si estaba intentando disimular, no lo hacía demasiado bien. Se le notaba unos andares un poco raros. Ah, sí. Estaba intentando disimular. Era idiota. Mucho. Nunca quería mostrarse débil. Vale que si lo hacía se burlaba de él. Y que, el mismo francés, hacía lo mismo frente al inglés. Bueno, las cosas siempre eran diferentes según con el cristal que se mire.

Terminó por levantarse e ir hacia la cocina. No fuera que se le cruzaran los cables e intentara putearle de alguna manera: por ejemplo, cambiando la sal por el azúcar. Cuando llegó, observó que el inglés se tambaleaba y se acercó y lo sujetó un poco. Frunció un poco el ceño, realmente tenía una cara horrible. Se fijó en que tenía las mejillas ligeramente sonrojadas. Le puso la mano en la frente y notó que estaba más caliente de lo normal.

(Awww *hugs* ♥ Me gusta mucho rolear y soy de contestar muy pronto. x'D Soy así de pesada~ No te librarás de mí tan fácilmente, ohohoho *aura francesa(?)*)

Apenas le habia dado tiempo dejar el vaso mientras buscaba el agua. Se giró y se topó frente a frente con el francés y...

-¿Qué haces? Quita.- ordenó mientras golpeaba con suficiente fuerza (para mostrar su 'molestia' por 'ser tocado') la mano del galo.

Luego se alejó un poco y se dedicó a poner agua en el vaso mientras refunfuñaba un poco. Lo de la mano quería decir que el francés estúpido se había dado cuenta de que posiblemente tenía fiebre...y lo estaba comprobando. Mierda, era lo que menos quería. ¿Y ahora qué excusa pondría?

-Ugh.- se tensó notando que el agua empezaba a desbordar. Se había distraído bastante pensando.

Apartó rápidamente el agua y buscó algo con que secar el agua que ahora iba resbalando por la mesa y amenazaba con caer al suelo. Cuando recordó el pañuelo que guardaba ya era tarde y se estaba mojando el suelo. Aún peor, seguro que Francis se había dado cuenta y ahora tocaba que se metiera con él o le diera el discursito sobre la torpeza inglesa. Aún así se dispuso a secar la mesa, apartando el vaso como podía.

-Dame un maldito trapo o algo para secar esto. -comentó molesto, viendo que con el pañuelo poco más iba a conseguir.

No pudo evitar fruncir el ceño ligeramente cuando el inglés le pegó en la mano para que la apartara. Era un desagradecido. Un día dejaría que se muriera de forma patética y se reiría por el resto de los tiempos de la manera tan penosa en la que murió. Aún así, se quedó allí, apoyado en una silla, cruzado de brazos y mirando de vez en cuando de reojo al rubio.

- “¿Hasta dónde piensa llenar el vaso?” -pensaba Francis viendo que Arthur no parecía tener intención de parar y que el recipiente estaba prácticamente lleno.

Se decidió a no decirle nada. Había intentado ser amable en dos ocasiones y el otro lo había ignorado. Pues ahora, en ese instante, no iba a ser la tercera vez. Observó la situación con los ojos ligeramente entrecerrados. Le iba a destrozar la casa si seguía de ese modo.

- Dame un maldito trapo o algo para secar esto. -dijo el inglés con un tono irritado.

- Si sigues tan amargado, te van a salir arrugas en la frente -dijo Francis acercándose.

Lo apartó con toda la delicadeza que pudo y sin tocarle, porque aún le pegaría. Ya tendría otras ocasiones de arrimarse. No las perdería eternamente; eso seguro. Sacó un trapo de un cajón y se agachó para secar el estropicio que Inglaterra había provocado. Después de unos segundos en silencio, Francia se incorporó y le miró con el ceño ligeramente fruncido.

- ¿Me pedirás algo para que te baje la fiebre o te voy a tener que obligarte a tomarte algo? -dijo Francis.