¡Una awesome alianza!

El albino corría por todos lados buscando una miserable hoja de papel ¡¿Tan difícil era tener esa cosa a la mano?! Esa situación era tan poco awesome, ¡todo lo que le estaba pasando en ese momento era poco awesome, muy poco! ¿Por qué justamente se venía a acordar ahora de eso? Demonios.

Al final, y misteriosamente, encontró papel en una de las gabetas del escritorio, tirando un "Ajá!" al aire a modo de triunfo. Un maldito pedazo de papel no era rival para su increible persona.
Dejó el papel y la pluma que estaba llevando en las manos sobre el escritorio, se sentó en la silla que se encontraba frente a este y se quedó mirando. No podía ser más difícil de lo que pensaba, ¿o sí?

"Querido y gay España:
A que estás leyendo esto mientras te comes uno de esos cosos... cómo se les decía... ¿tomates? En fin, ¡lo vas a dejar porque estás leyendo mis increíbles palabras! Porque mi awesome persona viene a ofrecerte la oportunidad de formar una alianza, ya que he visto que muchos lo están haciendo y, pese a que soy lo mejor de este mundo, no puedo dejarte solo y que alguien llegara a querer conquistarte"

Paró de escribir al notar que aquello que había dicho le hacía recordar mucho al loco ese obsesionado con ser un héroe, que no se acordaba del nombre, más no le importó demasiado y prosiguió con su carta.

"Sólo es eso... creo. ¡Asegúrate de guardar bien esto que debería ser oro para ti y siéntete afortunado!


PD: ¡Le diré también a Francis! Él tampoco se negará a estar con Ore-sama"

Apenas terminó, dobló el pedazo de papel sin cuidado alguno y lo metió en un sobre, para después llamar a uno de sus subordinados, dándole la orden de que hiciera llegar esa carta inmediatamente a España.

La carta le llegó poco antes de zarpar de un puerto en el cual llevaba ya varias semanas. El mensajero, un subordinado de Prusia con aspecto exhausto pero contento de haber cumplido su misión, se subió a la embarcación con seguridad, a pesar de que en sus ojos se notaba que no era el lugar donde querría estar en esos momentos, rodeado de lobos de mar que se reían descaradamente de sus pintas de pez de agua dulce.

Una vez hubo Antonio despachado al mensajero, abrió la carta en la cabina del capitán (es decir, la suya) y la leyó cuidadosamente. Se sorprendió al leer el dato de los tomates, en efecto, había una hermosa fuente con un buen montón de frescos tomates y uno de ellos, mordido, se hallaba en su mano.
El resto de carta era bastante predecible: Prusia era Prusia incluso para escribir cartas. Aunque le escamaba un poco el contenido. Si no recordaba mal, él había firmado una alianza con Prusia hacía unas semanas, en la Taberna.
Cogió pluma y papel y se puso manos a la obra antes de que se le olvidase responder:
''Estimado Prusia:
Estoy de acuerdo con firmar una alianza, me parece perfecto y muy útil en estos tiempos que corren. Sin embargo, creo recordar que tú y yo ya habíamos formado esta alianza no hace mucho, cuando nos encontrábamos en la Taberna. Sin embargo, si así quieres formalizar las cosas, me parece bien.
¡Y me parece genial que se lo digas a Francia! Será divertido que estemos los tres juntos de nuevo.
¡Espero que nos veamos pronto!

Reino de España''

La carta le sonaba un poco formal para enviársela a alguien con quien mantenía una buena amistad, pero no le dió mayor importancia, de pequeño le habían enseñado que los asuntos serios se trataban de manera seria. Firmó la carta y la selló con su propio sello. Con un poco de suerte, el mensajero prusiano todavía andaría por ahí y se ahorraría bastante trabajo en buscar a uno nuevo.
Efectivamente, lo encontró en la posada del pueblo, listo para partir de nuevo. Pudo entregarle la misiva a tiempo, ahora solo quedaba zarpar y recibir la respuesta en el próximo puerto donde atracasen.

La paciencia no era su fuerte, debía aceptarlo. Odiaba tener que esperar una respuesta, sobre todo de las cartas, eso le ponía ancioso y de mal humor. ¡¿Cuándo demonios llegaría la respuesta del español?!

Esperar no era nada awesome.

Pero en cuanto quiso hablar para pronunciar dicha frase, la puerta de la habitación donde se encontraba se abrió azotándose contra la pared, y dejando ver tras ella a su subordinado, el que le había llevado la carta a España. Este se acercó hasta el albino y le entregó el pedazo de papel, Prusia lo tomó con rapidez y el otro hombre salió de la habitación.

Se puso a leer las líneas que el castaño había escrito y sin más ni menos, se golpeó la cabeza con la mano a modo de regaño por lo que estaba escrito allí y se dispuso a ponerse a redactar una respuesta.

"España:
Diablos, no había tomado eso en cuenta ¡Pero qué importa! Si ya tienes una alianza hecha desde antes con mi awesome persona, está bien, kesesese. ¡Entonces está decidido! Nada más falta arrastrar al pervertido de Francia, deberé hablar con él.


Terminada su escritura, llamó al mismo hombre que había mandado al principio. El tipo lo miró con molestia al darse cuenta que le llamaba para entregar otra carta, pero no dijo nada, sólo tomó el papel y se fue,