Tocando puerto

Tras unas semanas en alta mar, atracaban en un pequeño pueblo costero. Grande fue la sorpresa de Antonio al ver una gran embarcación anclada en el no muy grande muelle de la pequeña villa, que apenas dejaba espacio para su propio navío. Debía pertenecer a alguna nación, pero no lograba ver ninguna bandera o distintivo.
Cuando hubo anclado y sus marineros apenas comenzaban a desembarcar, bajó de un salto a tierra firme y se dirigió con cautela hacia el otro navío, a ver si conocía a alguien, si debía preocuparse o recibir a alguna nación amiga en casa.
Quedó distraído mirando con detenimiento el barco. No estaba en muy buenas condiciones, debía haber pasado por el temporal que había azotado por el sur hacía unos días. Cada vez sentía más curiosidad por saber si el barco era de alguien que él conociese, pero había mucha gente por ahí, y él no reconocía a nadie. Frunció el ceño y se cubrió los ojos del sol con la mano. No sabía si era mejor quedarse ahí enmedio, a la vista, o esconderse en algún lugar más seguro en caso que fuese una embarcación enemiga, a pesar de que lo dudaba.

Salvador paseaba entre las personas del pueblo, sin sus ropas de pirata para pasar desapercibido, lo primero que hizo fue preguntar en donde estaba y le dijeron que en España, se sintió satisfecho al saberlo, al menos había llegado a un lugar amigo.

Minutos más tarde vio una embarcación muy grande con las banderas de ese país acercarse y anclar cerca del muelle, corrió hasta allí para ver si encontraba a alguien conocido y lo vió, allí estaba Antonio, totalmente imponente enfundado en su traje de capitán. Corrió hacia él y se detuvo justo frente a su padre, se quitó la capucha que traía y sonrió.

-¡Holaaa! ¡Que gusto verte! *O* ¿Te acordas de mi?

Al principio no reconoció al joven que se plantó delante de él. Pasaron unos segundos de incertidumbre, algo incómodos por cierto, hasta que reconoció a la nación que había criado hacía tiempo.

-¡José! ¡Cuanto tiempo!-Exclamó, con una gran sonrisa en sus labios.

Hizo ademán de abrazarle, pero recordó como lo había echado a patadas (como todos sus hermanos) hacía años, y que había pasado mucho tiempo sin verle. No sabía como estaba su relación en esos momentos, sabía que era cordial, pero quizá un abrazo no era lo más apropiado. Se detuvo en el momento justo para tenderle la mano y estrechársela. Cuando eran pequeños todo era mucho más fácil…

-¿Cómo estás? ¿Qué haces por aquí? Veo que te pilló el temporal… ¡Quédate el tiempo que quieras! ¿Te apetece tomar algo? No tengo casa en este pueblo, pero podemos ir a mi barco. Está ahí mismo. Así me cuentas que tal todo, sobre tus hermanos y tal… ¡Has crecido tanto!-soltó, de carrera.

Puso una mano en su espalda y lo empujó delicadamente en dirección a su barco, sin parar de hablar en ningún momento. No podía evitar coger confianza y estima rápidamente, a pesar de que lo habían echado de su casa a patadas años atrás.

Le hizo pasar al camarote del capitán (es decir, el suyo) y ordenó que les sirviesen comida y buen vino. El camarote estaba lujosamente decorado y bien cuidado, limpio y con muebles antiguos pero muy bien conservados. Antonio se preocupó de que su huésped se sintiese como en casa, bien cómodo, antes de dirigirse a la puerta y cerrarla ante las narices de algunos de sus hombres, que curioseaban entre la rendija que había quedado abierta.

-Son un poco cotillas. Descuida, ya no nos espiarán. ¿Vino?-le ofreció la botella, acercándola a la copa para servirle.

Notó la duda en los ojos de Antonio y se sintió incómodo con ello, pero luego de unos momentos le saludó por su nombre. Por un segundo creyó que lo abrazaría, pero sólo le extendió la mano.

-Si, demasiado tiempo, es que vos nunca visitas -le estrechó la mano. Luego el español comenzó a hablar sin parar, pero Salvador estaba acostumbrado- pues... vemos, estoy bastante bien, la verdad, si, estoy aquí por el temporal, gracias, pero me iré en cuanto mi barco esté bien y mis muchachos reanimados, claro, sería genial, seguro tu barco es más lindo que el mio... -respondió sin parar también.

Se sintió feliz al ver que España no le guardaba rencor por buscar su independencia y fue levado hasta su camarote.

-Waaaaa tu camarote es genial!! y muuuuuuy grandee... -lo mira todo, con un poco de asombro- el mio es mucho más sencillo... no se compara. -apenas se percató de la gente que los espiaba- gracias -tomó la copa y la acercó a la botella.

ADVERTENCIA:

Spoiler:

Sonrió complacido mientras se llenaba su propia copa y tomaba un pequeño sorbo de vino.

-Bueno, he tenido suerte con los últimos barcos que encontré. Con lo que traían los dos últimos he podido renovar el camarote entre otras cosas. Pero no siempre ha sido así….-comentó, soltando una risita.

Tomó un racimo de uvas y comenzó a comerlas, una por una, deleitándose con el sabor de la fruta fresca. Habían pasado bastantes semanas desde la última vez que había probado nada. Le ofreció el racimo a la joven nación, consciente de que si tomaba mucho sin nada en el estómago, a parte de subirle enseguida le sentaría mal. Sus vinos tenían una gradación alta, a lo que él estaba acostumbrado pero no así aquellos que lo venían a visitar y acostumbraban a beber más cantidad de vino con menos alcohol. Muchos acababan como una cuba antes de que él se acordase de comentarles que debían beber menos que en sus casas.

-Vigila con el vino, que entra muy bien y sube rápido…-le dijo al ver sus mejillas ligeramente sonrojadas.

Spoiler:

-Ya veo -le sonrió- pero desde que yo recuerdo siempre has tenido cosas muy bonitas -comenzó a beber el vino a grandes sorbos.

Antonio le ofreció uvas y aceptó en seguida, sintiendo como el alcohol comenzaba a hacer efecto, se comenzaba a sentir... cariñoso. Le escuchó decir algo del vino, pero no le puso atención, se levantó de su asiento y fue a sentarse sobre las piernas de Antonio, rodeandolo con un brazo, se colocó una uva en los labios y se la pasó a Antonio con un beso.

Por puro reflejo, en cuanto El Salvador se sentó sobre sus piernas y le entregó la fruta de sus propios labios, se levantó disparado, arrojando al pobre muchacho al suelo. La copa de vino cayó también en el proceso, rompiéndose en mil añicos. Se agachó para ayudar a El Salvador a levantarse, pidiéndole disculpas.

-Perdona, fue sin querer. ¿Estás bien? Vigila con los cristales…

Por la poca estabilidad del otro, optó por pasarse un brazo del chico por los hombros y conducirlo a la otra punta del camarote. Después de dejarlo en el diván que allí se encontraba, volvió a la escena del crimen y recogió con cuidado los cristales, sin despegar la mirada del otro, no fuese que se le ocurriese hacer alguna otra tontería propia de borrachos.

-Será mejor que dejemos el vino por hoy, ¿vale? –dijo.

No pensaba ofrecerle más vino si tan rápido le subía. Si con una copa se ponía contentillo y cariñoso, con media botella le daría un coma etílico, y no quería lidiar con ello, por que la verdad es que la sanidad por aquella época estaba muy mal y luego lo tacharían de mal anfitrión, o cualquier chorrada de aquellas que hacían disminuir el poco turismo de aquel entonces. Estaba un poco preocupado por el americano, volvió a su lado y examinó sus manos por si se había clavado algún cristal al caer, tal y como a él le había parecido por un breve instante.

Salvador se quejó audiblemente al caer al suelo y se sobresaltó al escuchar la copa romperse, Antonio le ayudó a levantarse y él lo dejó, aunque notoriamente molesto.

-Shhh estoy bien, estoy bien -dijo tratando de soltarse, cuando lo hizo trastrabilló un poco, sintió a su padre pasarle el brazo por la cintura y sus rostros quedaron muy cerca, aprovechó para robarle un beso- estas bien guapo -comentó antes de que lo dejara en el divan.

Se quedó allí sentado mientras Antonio regresó a recoger los cristales rotos.

-¿Y por que no más vino? ¡¡Yo quiero más vino!! y cerveza... ¡¡Quiero cerveza!! -gritó antes de que Antonio volviera a su lado.

Cuando lo tuvo cerca nuevamente, examinando sus manos, las soltó de su agarre y pasó sus brazos por el cuello del español, le robó otro beso.

-Estoy bien... pero quiero cerveza... o vino o... sexo... ¿me vas a dar sexo? -lo volvió a besar- mis muchachos son muy aburridos con el sexo -.-

Spoiler:

Por el amor de Dios, ése niño era más insistente que Francia. Tenía que hacer algo con él pronto o acabarían a malas. Con suavidad se deshizo del agarre del menor, poniéndole las manos sobre la falda. Tendría que reprimirle por una actitud tan descarada, el alcohol no era excusa.

-No hay más alcohol he dicho- le reprendió frunciendo el ceño- Que eres muy joven todavía para beber tanto…

Pudo notar como le subían los colores a la cara ante la última petición del salvadoreño y le daba un fuerte tic en el ojo izquierdo. ¿Qué quería qué? ¿Qué sus muchachos qué? Antonio era una persona que arraigaba fuertemente sus emociones. El sentimiento de padre-hermanomayor-responsabilidad provocaba que ciertas informaciones…No fuesen muy bienvenidas. Hay cosas que papá no quiere saber.

-¡C-claro que no te voy a dar sexo! ¡¿Pero tú que edad tienes?! ¿¡Cómo puedes pedírmelo así, a las buenas!?- exclamó.

Estaba verdaderamente escandalizado. Para tratar de calmarse un poco (‘’vamos, Antonio, no es para tanto’’ pensaba) volvió a llenar su copa de vino y se la bebió de un sorbo. Malditos niños hormonados, siempre tentando a la suerte.

[¡No te preocupes! Aquí la que debería disculparse soy yo, que como puedes ver tardo bastante en responder…xD pero huh…ehh… ¿Compenso? No, en verdad no, pero lo intento OTL]

Spoiler:

-¡Tengo la edad suficiente para beber lo que se me pegue la p*ta gana! ¡Y tengo sexo con quien quiero cuando quiero y donde quiero! -se abalanzó nuevamente contra el español, tratando de besarlo y quitarle la botella de vino.

Estaba enojado, muy enojado, ¿quien se creía él para negarle las cosas?, ya no eran nada, se había independizado, podían hacer lo que quisieran... logró sacarle la botella de vino y bebió un poco más, la tiró al suelo y luego regresó con el español, tratando de desvestirlo.

Miró resignado a su ex colonia. Bueno, podía darle la razón, sí que era mayor e independiente y no tenía por qué obedecerle, pero… Eso no hacía disminuir su responsabilidad, o al menos el sentido de ella, sobre él.

Suspiró resignado, al sentir las manos del salvadoreño tratando de desvestirle. Una sonrisa enternecida adornó su cara al notar la torpeza disimulada con ansias en las manos del menor. Tomó sus manos con delicadeza pero firmemente, haciéndole notar que seguía siendo más fuerte que él a pesar de todo, y lo obligó a mirarle a los ojos.

-Escúchame, pequeño. No sé cómo lo hacen tus chicos, pero a mí no me va tener relaciones de esta manera tan apresurada- murmuró, sin apartar sus esmeraldas orbes de las de El Salvador- Hay que calentar el ambiente. Y no hablo de alcohol. El alcohol es una pobre excusa chiquillo. Desinhibe, pero después es más un inconveniente que una ayuda. Te lo digo por experiencia.

Le dedicó una sonrisa radiante mientras separaba una mano de las del otro para revolverle con cariño los cabellos.

-De modo que éste truco no te funcionará con un viejo como yo- le comentó dulcemente.

[perdona que el post sea tan corto, pero es que no puedo hacer mucho si no me escribes un poco más..ó.ò es sólo una suegerencia : ) Por otro lado, lo de las notificaciones... no tengo ni idea de cómo arreglarlo, la verdad, así que me temo que no puedo serte de ayuda en eso xDD mira por perfil o así , igual te sale algo...*no tiene ni idea y dice lo que le parece :'D*]