Oh... Francis...

Oh...París... la hermosa Francia! Uno de los paises europeos que mas fascinaban a Argentina y a su elite! Y ahi estaba en ese momento, sus ojos brillaban ante la arquitectura del lugar... Definitivamente sería genial para utilizar en casa.
Caminó fascinado por las calles de la ciudad hasta llegar a la casa de a quién había ido a visitar. Golpeo y espero pacientemente.

Levantó por un momento la mirada de los papeles que estaba leyendo cuando escuchó que llamaban a la puerta. Sabía que no podría seguir leyendo ya que seguramente era alguien que venía con algún motivo. Dejó caer la cabeza sobre el respaldo mientras pensaba quién podría ser. Se le ocurrían unos cuantos países pero en realidad no había acertado. Escuchó la puerta principal ser abierta por alguien del servicio de la casa y se incorporó un poco en el sofá en el que estaba y tomó una pose adecuada.

Se atusó ligeramente el cabello. Una de las cosas de las que más presumía era de estar impoluto siempre. Una buena apariencia te llevaba a todas partes o al menos te abría muchas puertas (y otras cosas que no eran puertas, pero ese era todo un tema aparte que podría hacer que una conversación se extendiese durante mucho tiempo).

Decir que no se sorprendió cuando vio a Argentina entrar en la sala hubiera sido mentir. Bueno, esperaba más bien países europeos, que eran los que solían venir a visitarle (y no eran muchos los que venían para visitarle en plan relajado, siempre era una visita “porque no tenían más remedio”)

- Vaya, vaya. De todos los países que me esperaba, me ha venido a ver Argentina -dijo Francis con una sonrisita- Pasa, toma asiento. Seguramente estés cansado.

Fue guiado hasta donde se encontraba Francia, realmente estaba nervioso, ya que ese era un Pais que admiraba mucho. En el camino absorbía con sus ojos todo tipo de imagen que estaba a su alcance, lo veía todo tan fascinante...
Al entrar se quedo estatico mirando al francés, no podía parar de admirarlo, le parecía tan perfecto... Trato de articular alguna frase, oración, sonido o algo por el estilo. Pero se limitó a asentir con la cabeza ante la pregunta de Francia y se sentó donde este le indicaba.

Puede que no dijera nada al respecto, pero se había dado cuenta. El chico se veía muy nervioso. De alguna manera, se veía bastante adorable. No era como si lo fuera a matar si se movía. De lo otro de lo que se había dado cuenta era que no dejaba de mirarle. No sabía exactamente si por admiración, por miedo o porque planeaba como matarle sin dejar ningún tipo de rastro. Esa última era una idea absurda... ¿Verdad?

En pocos segundos y de la manera más tonta posible, el francés se había empezado a poner nervioso. Disimuladamente dirigió una mirada por la ventana, intentando ver hombres apostados fuera para tenderle alguna emboscada. Espera... ¡Quizás creía que él solo podría derrotarle! ... Mierda, quizás tenía razón. No es que fuera muy bueno peleando con los puños. Con una espada la cosa cambiaba un poco.

Y el argentino no dejaba de mirarle. En serio, ¿qué le pasaba? Si le habían llegado rumores de que le tenía admiración. ¿Quizás esa admiración se había truncado en un rencor por haber tocado a algún ser querido? Mierda, quizás a España. ¡Pero es que no era su culpa! Él se ponía a tiro. ¡No culpen al que lo hace, sino al que lo provoca! Bueno, debía mantener la calma. Que no cundiese el pánico. Quizá estaba llevando esa historia demasiado lejos.

- T-te traeré un poco de vino... -dijo el galo un poco nervioso, levantándose y marchándose a por una copa y una botella de vino.

Aprovechó el descanso para respirar, recuperar la calma y controlarse para no perder también la dignidad. Volvió con la copa y la botella, la descorchó y llenó la copa, ofreciéndosela finalmente al muchacho.

Por algún motivo, Francia comenzaba a verse inquieto. O tal vez... solo tal vez, para no hacerlo sentir mal, fingió estar nervioso también. Realmente era un país admirable! Ponerese en la misma posición que su invitado para hacerlo sentir mejor. Eso hizo que se calmara un poco. Además, el francés tenía la cortezia de invitarlo a beber. Ah~ El delicioso vino francés... Le vendría más que bien una copa en esos momentos.
Bebió de la copa que el otro le había ofrecido, era delicioso... Tendría que intentar mejorar el vino de su casa para ponerse a su altura, aunque sabía que no sería posible llegar a alcanzarlo.
Se relajo en donde estaba sentado, tomando una posición más comoda, ya que en verdad se sentía más como con la hospitalidad de Francia. Por fin pudo hablar.

-Ah~ Francia... Hace mucho tenía ganas de visitarte... -

Se quedo callado de repente... Oh, Dios... No tenía nada planeado para dialogar con él. Nuevamente, volvió a sentir que sus nervios se apoderaban de él, tratando de encontrar alguna cosa para decir. Pero que decirle sin quedar como un fan loco, que lo único que hace es alabar a su ídolo? No podía salir de la nada diciendole: FRANCIA!!! SOS LO MÁXIMO!!! lanzándose a sus brazos emocionado. Para nada... Se llevaría una muy mala impresión de su persona, y no era eso lo que quería.

Mientras el otro bebía y se acomodaba, Francis no dejaba de preguntarse hasta cuándo iba a durar aquel silencio. Digamos que la calma le había durado unos minutos, lo que esperaba que el otro empezara a hablar antes y rompiera el hielo. Como no lo había hecho, sólo le daba la sensación de que mientras no hablaba planeaba algo. Algo oscuro y siniestro contra él.

-Ah~ Francia... Hace mucho tenía ganas de visitarte... -empezó a hablar por fin el argentino.

Se había asustado incluso un poco, concentrado demasiado en montarse estrafalarias historias sobre cómo planeaba atacarle o incluso acabar con él de un golpe (?). ¿¡Por qué no decía nada más?! Agh! Lo estaba poniendo demasiado nervioso. ¡Quería algo y no sabía lo que era! No estaba acostumbrado a esa sensación. Jugueteaba con sus propios dedos, de manera nerviosa. ¿Cómo abordar el tema de manera educada y que no molestara al otro?

Vale, lo importante era una combinación de dos cosas:

1- No levantar el tono de voz. Tenía que aparentar calma. Así que su tono debía ser el de siempre. Y esto llevaba al siguiente punto.

2- Mantener un tono de voz uniforme. No podía fallarle la voz, o titubear, o nada por el estilo. Transmitir sensación de tranquilidad aunque por dentro estuviera comiéndose las uñas de la mano de manera imaginaria.

- ¿Y qué te trae por aquí? -dijo sonriendo ligeramente forzado.

Iba a comenzar a hablar, a dar una especie de explicación sobre como muy precariamente sólo decidió venir a verlo por pura admiración que le tenía. Pero su mente se distrajo mirando los dedos de Francia, con los que este jugaba inquieto. Sonrió ligeramente, le parecía encantador... Todo de Francia le parecía encantador... De una manera un poco incomoda, la verdad.
El francés habló... Que bella expresión tenía al hablar! Sin contar su voz... Desbordaba de felicidad y nervios porque sabía que las palabras iban dirigidas a él.

Amablemente le devolvió la sonrisa, de la manera más encantadora posible, tratando de sentirse merecedor de estar en su precencia. Si bien, era un país conocido por ser egocentrico y creerse el mejor, mostraba un gran respeto hacia Francia.
Ahora... Tenía que hablar, y no quedar como un maleducado frente a su gran ídolo. ¿Pero que temas abordar con tan fascinante criatura? Perfumes? Mujeres? Vinos? Arquitectura? No... Eso definitivamente sería para cuando la charla se fuera apagando y no quisiera irse. Tenía que planear hasta los "cinco minutos más" para estar con Francis el mayor tiempo posible.
Bebió un poco más, como si en vez de vino se tratara de coraje embotellado. Sus nervios iban siendo dejados de lado con cada sorbito.

-Ah... Francis, Francis, Francis... Tu casa es fascinante, sabes? Me gusta mucho... Y vine para conocerla personalmente... Algún día tendrías que visitarme...

Se tranquilizó bastante cuando le vio sonreír. ¿Qué tenía en la cabeza? Por un momento se había montado una película mental tan grande que había olvidado la realidad. Argentina era un buen chico, amigable y que además parecía disfrutar en su compañía. Sólo hacía falta ver aquella encantadora sonrisa que había dibujado en su rostro. Era una tontería pensar en intentos de asesinatos o invasiones. Lo que no comprendía del todo era ese silencio tan prolongado. Daba la impresión de que pasaba una de dos cosas: o que Argentina tenía algo que decir pero no sabía cómo empezar o que había enmudecido de manera repentina y trágica.

Ambas ideas eran tan absurdas que estuvo tentado de darse un golpecito con la mano en la cabeza a ver si sus pensamientos se reconducían por fin de manera normal. Bueno, al menos el vino parecía gustarle.

-Ah... Francis, Francis, Francis... Tu casa es fascinante, sabes? Me gusta mucho... Y vine para conocerla personalmente... Algún día tendrías que visitarme...

¡Por fin dijo algo, hombre! Sonrió, esta vez sinceramente.

- Por supuesto que mi casa es fascinante. París es la ciudad del amour~ Gente de alrededor del mundo viene a la Torre Eiffel. Deberías verla, si no lo has hecho ya. Podría acompañarte si quisieras. Y, si me invitas, encantado iré a visitarte, chéri -dijo guiñándole un ojo juguetonamente.

No solía recibir muchas invitaciones. Él simplemente se presentaba allí y ya luego le atendían por cortesía. No es que le gustara excesivamente, pero bueno, era una manera como otra cualquiera. Así que, si le invitaba, no iba a desestimar la oportunidad.

Sintió derretirse al ver la sincera sonrisa de Francia. Su admiración rozaba lo enfermizo, pero trataba de no demostrarlo para no quedar como un psicópata. Aunque bien era sabido que en cuanto volviera a su hogar definitivamente se concentraría en que su ciudad principal se pareciera a la de su adorado Francis.
Sonrió al ver que el francés y él no diferenciaban mucho, el también sabía lo fascinante que era su hogar! Y no dudaba un instante en hacerlo notar.
Se sonrojo notablemente (y a pesar de que el alcohol ya había teñido levemente sus mejillas) al ver que Francia le guiñaba un ojo. ¿Era eso una señal? "Ay... No, Argentina, no te hagas el bocho con esas cosas... " Pensó para sí mismo. Agitó la cabeza como diciéndose "no, no puede ser..." Y continuó con la charla.

-Definitivamente iré a visitarla antes de volver a mi casa- Comentó luego de beber otro sorbo de vino... - No quiero perderme de nada de lo que hay por aquí. Y sería mucho mejor si fueras vos el que me haga conocer las maravillas de Francia.

Se acomodó nuevamente en su lugar, la idea de que Francia coqueteaba con el le daba vueltas en la cabeza insistentemente, y trataba inútilmente de que esos pensamientos salieran de su mente... Quizás, moviéndose un poco lograría pensar en otra cosa. El francés estaba muy lejos de su alcance... y... además... también sabía que esa era una actitud típica del rubio. Pero el nunca lo había sentido en carne propia, así que no sabía bien como reaccionar.

Ah, qué gracioso. Dibujó una sonrisilla disimulada. Había visto como se sonrojaba bastante después del guiño. Qué chico tan inocente. Su mente se quedó ausente por unos segundos cuando una de las frases que dijo Argentina le quedó resonando por la cabeza: “Y sería mucho mejor si fueras vos el que me haga conocer las maravillas de Francia”. Intentó no pensar mal, pero... ¡Vamos! ¡Era Francia! Si no pensaba mal significaba que algo se había muerto en su cerebro. Al final no pudo contenerlo y rió, haciendo que el argentino le mirara algo extrañado.

- Claro que podría enseñarte las “maravillas de la France” -dijo con una sonrisilla pícara en el rostro- Son muchas y te aseguro que “lo disfrutarías mucho”.

De nuevo se echó a reír pensando en lo sutil que era eso y en lo mucho que lograba decir con aquellas palabras. Se incorporó y, disculpándose antes, fue a buscar una copa para sí mismo. Al volver se sentó en el mismo sofá, pero algo separado de Argentina. Se sirvió vino y se echó hacia atrás. Otra vez ese silencio extraño que no parecía irse del todo ni con vino (nunca mejor dicho). Bebió un trago largo y miró de reojo al argentino. Sí, estaba como nervioso y no entendía el motivo.

- Estás muy tenso, ¿te ocurre algo? -preguntó el galo arqueando una ceja- N-no será que...

Sonrió tensamente por unos segundos, aún sin terminar la frase. De imprevisto, un aura azul se instaló a su alrededor mientras sudaba frío.

- Te has metido en una guerra con alguien muy fuerte y vienes a pedirme ayuda... Es eso, ¿cierto? -preguntó el francés- ¿Contra quién?

La gente podía decir todo lo que quisiera pero, al final, todos acudían a su hermanito querido Francis. En realidad todos se movían por el interés. Y encima casi nadie dejaba que él se divirtiera un poco con la inocente acción de tocarles un poquito. Es que tenían terrenos interesantes, no era su culpa quererlos explorar, maldita sea (?)

Francia reía ¿Acaso había dicho algo absurdo? Siguió bebiendo mientras miraba al franchute reir... ¿Quizás de él? Oh, Dios... Que torpe era... Había logrado que su ídolo se burlara de él, y no era eso lo que quería. Trató de disculparse por su torpeza, es que el rubio lo ponía tan nervioso, pero él hombre lo interrumpió antes de que pudiera hablar.
Sus ojos brillaron un poco cuando lo escuchó decir que sería él mismo quien le mostraría las maravillas de Francia, y que además las disfrutaría! Pero nuevamente el francés rió. ¿Estaba burlandose de él? Eso definitivamente le había cambiado el humor. La idea de que su gran inspiración se este riendo de y no con él lo abrumaba.
Y ahora... Francia se había puesto nervioso... Y se puso a hablar de guerra... Pero sus pensamientos estaban muy dispersos para que le prestara atención. Pero tampoco iba a quedar como un maleducado, así que trató de volver a la conversación.

-Eh? Guerra? Estás en guerra, Francis? La verdad no parece... Cuando había guerra en casa la cosa no estaba tan tranquila, sabés? Pero si necesitas mi ayuda con mucho gusto te la daré! Podés pedirme lo que quieras, siempre que esté al alcanze de mi mano.

Le sonrió. La verdad era un tipo admirable. Estar en guerra y aún así permanecer tranquilo. Pero bueno, quizás si le brindaba su ayuda a Francia, obtendría algún tipo de recompensa...

Parpadeó unas cuantas veces, anonadado por la respuesta que el argentino le había dado. ¿Cómo que él estaba en guerra? Cualquiera que estuviera al tanto de lo que se cocía en el mundo, sabía que él no estaba en guerra. Entonces recordó de qué continente provenía el muchacho. Allí parecía que nadie conocía nada de lo que ocurría en el mundo exterior. Era un comportamiento extraño y, según de qué país proviniese (por ejemplo Alfred era uno de ellos), se volvía hasta irritante. No es que fuera el caso, Argentina tenía una sonrisa bastante adorable. Encima le estaba ofreciendo ayuda para una guerra. ¡Que sí! Que la guerra no existía. Pero bueno, era un bonito gesto.

- Ah, espera, espera. -dijo levantando las manos y sonriendo tensamente- No estoy en guerra. Pensaba que tú lo estabas y que por eso has venido a verme tan nervioso. Pero yo no estoy en guerra...Ahahaha... no....

Pensó en la de problemas que le daría entrar en guerra. No le apetecía volver a los campos de batalla mugrientos y a las noches sin dormir. La guerra era una muy mala compañera. Despejó esos pensamientos de la mente y le miró sonriente.

- Pero es todo un detalle que pretendieses ayudarme. Si algún día necesito ayuda urgente, te tendré en cuenta.♥ -dijo y, al terminar la frase, le guiñó un ojo.