Encuentro (privado)

Que día tan agradable hacía esa mañana, Lovino ya estaba en alta mar, llegando a La Isla para su encuentro con Antonio (y terminar de una vez la alianza que tanto le tiene dando vueltas), la brisa marina le producía cosquilleo en su cara, era todo tan agradable, el mar, el cielo…

-¡LOVINO!, ¡SI È SCHIANTATO!*-

¡OH DIOS NO! italianos tenían que ser sus malditos piratas, si fueran alemanes seguro que le hacían caso sin decir nada, además, estos eran unos vagos… ¡coño que se estrellaba!

-¡PEZZO DI MERDA! ¡GITA IN BARCA!*- grito a todo volumen.

Y sí, casi se estrellan, por dios, que desastre, todo empezó mal, ya estaba de mal humor de nuevo, lo que le faltaba, luego iba a darle su merecido a el idiota que manejaba el barco…espera, el tenía que manejarlo, joder, se le pasó.
Apenas lograron dejar el barco en la isla, bajó de un salto y se quitó la arena con las manos, que cansado estaba, mandó a todos sus piratas que se quedaran cuidando el barco, que no se durmieran, que si no iban a venir navíos ingleses a matarlos a todos (así hacían caso).
Comenzó a caminar adentrándose en La Isla, y se tumbó en el suelo, ahora, a esperar a Antonio.


*Lovino, nos estrellamos
*Pedazo de mierda, gira el barco
LOL

Se plantó ante el italiano con una sonrisa en los labios y un loro en el hombro. Llevaba la chaqueta en la mano debido al calor que hacía, y llevaba la camisa, blanca y amplia, ligeramente desabrochada. También se había quitado el sombrero y el pañuelo de la cabeza. ¡Pero que calor hacia en ese lugar...!

-Si te duermes ahí te van a robar por incauto.-se puso de cuclillas para estar a su misma altura.- ¿Como estás Romano? Te ves bien~

Le tendió una mano para ayudarle a levantarse, la verdad es que lo notó un poco delgado pero no comentó nada, y empezó a caminar con el italiano al lado.

-¿A dónde quieres que vayamos? He traído la tortilla y los tomates~

Lovi mientras caminaba junto al español, se quedo empanado mirándolo, desde hace mucho que no sabía de el, estaba mas moreno, si, se le notaba, eso por estar tanto tiempo al sol, si sigue así, le va a dar un cáncer o algo… y, ¿¡está más alto!? o el más pequeño, no es justo.
Cuando escuchó la pregunta del español, se sentó en el suelo.
-Aquí mismo, me da igual…- y suspiró, tenía hambre, además de que los malditos piratas esos le comen a escondidas la pasta, al menos Antonio cocina bien, muy bien, joder, su comida esta demasiado rica, un día se le cayo la baba en el plato, fue, totalmente vergonzoso, ¡pero uno no controla su saliva!.
Y menudo loro llevaba encima el muy cabrón, era, la hostia, joder, quería uno, Antonio siempre se le adelantaba en todo como era posible.
-Hablemos de la alianza…y…todas esas cosas, ya sabes, quiero sacármelo de encima, ah, y sobre mi, estoy bien, si, o eso creo, tengo un alemán desesperado amenazándome, por lo demás todo bien-
Por favor que saque ya la comida, ¡por fa por fa por fa por fa!

Miró algo confuso a Romano sentarse en medio de la calle. ¡Menudo sitio para descansar! Se encogió de hombros y se sentó a su lado. El loro, al que había decidido llamar Pierre en honor a su amigo francés ( ya que lo usaba para comunicarse con él) batió las alas suavemente dejando escapar un granzido por el súbito movimiento de España al sentarse. Antonio le acarició un poco el plumaje y miró a Romano con su clásica sonrisa.
- Está bien, negocios. Así que quieres firmar una alianza... ¿En qué me beneficiaría eso a mi? ¿Me darás algo a cambio, digo yo, no?
Escuchar nombrar a Alemania le recordó que tenía que advertirle acerca de la alianza con éste. Bueno, eso podía esperar un rato, no quería fastidiar el ambiente tan pronto...Ya encontraría el momento idóneo para comunicarle el mensaje de Ludwig. Después de comer, por ejemplo. Sabía por experiencia que Romano era mucho más tratable después de la comida. Así que una vez zanjasen el tema de la alianza, ya sacaría la tortilla. Era bastante pronto, él había desayunado apenas hacía una hora y dió por sentado que el italiano también ( por que en España, desayunar a las 12 del mediodía es perfectamente normal).

{ en verdad no es normal, pero who cares, para mí sí que lo es lolololol}

Joder, Antonio le pedía algo a cambio, Lovi no llego a pensar en eso, el quería la alianza con España y punto, no se paró a pensar el lado de Toni, y, era lógico que le pidiera algo a cambio, que tonto era.
-Eh..bueno..- tenía que improvisar algo, cosas que quiera Antonio de él..
-Seamos países aliados…tu me ayudas y yo…te doy mi virginidad HAHAHA no no, es broma, eeeh…bueno si, eh, si,- Vamos Lovino, un poco de originalidad no es tan difícil de conseguir- Dejo que me digas ñoñerias y me abraces cuanto quieras por 2 semanas, ¿qué te parece?, a que mis condiciones son geniales-
Seguro que aceptaba.

Arqueó una ceja extrañado de que Lovino no solo aceptase tan rápido las condicion de darle algo a cambio si no que le propusiese precisamente algo así.
-¡Lovino!¡No digas eso ni en broma!- Sí había algo que no superaba, era que el italiano hubiese crecido más rapido de lo esperado y en consequencia le hablase de ''cosas de mayores''.Para él Romano era muy joven en todos los ámbitos.
A decir verdad, la oferta era muy tentadora, pero que el italiano aceptase tan rápido y de tan buenas formas... le pareció extraño. Se preguntó si andaría algo desesperado por tener aliados.
-¿Vas a empezar una guerra, Romano?-le preguntó con el semblante serio- Tanto interés por tenerme de aliado...

Oh mierda, Antonio no era tan tonto como creía.
-¡Claro que no!, ¡para nada!, ¿yo en guerra? Por dios Antonio ¿además con quien?, tu sabes que no soy de ir buscando líos por la vida…pero…- UFffff le iba a costar muchísimo hacer esto, pero Antonio se ponía pesado y necesitaba su alianza, dios, adiós orgullo, lo quería, lo amaba, a su orgullo, que ahora se irá por los suelos, al fin del mundo, a Marte tal vez, abandonaría su cuerpo de una forma espeluznante, recordaría ese día toda su vida, que patético, pero a veces uno en una situación tan desesperada tenía que hacer ese tipo de cosas
-Así….- No pudo evitar sonrojarse – podríamos estar más juntos y unidos…ya sabes... tu y yo...– Y bajó la mirada hacia el suelo avergonzado, dios, que se acabe esto ya.

-Ohhhh que mono - Le tironeó suavemente de la mejilla.- Está bien, firmemos una alianza.
En verdad, no había necesidad de tener ninguna alianza con él si lo que querían era verse, pero conociéndole, lo mejor para el italiano era al menos tener una excusa, por que si no, no se atrevería a nada. Y también para él, ahora tenía la excusa perfecta para protegerlo de aquel mundo tan cruel y violento en el que vivían, como cuando era pequeño y vivía a salvo en su casa...Jamás se había perdonado el no haber podido retener a Romano cuando se marchó. Había sido muy duro.
Pensando en todo eso , se quedó pensativo mirando fijamente a la nada. Eso solía pasarle. Desconectar de la realidad sin darse cuenta y pensar en sus cosas. Hasta que el fiero rugido de unas tripas reclamando por comida le hizo volver a la realidad.
-¿Tienes hambre? Yo sí, ¿comemos?- Dijo, rebuscando el contenido de su saco de viaje. Frunció el ceño. ¿Y la tortilla? Por mucho que la buscó, no estaba en el saco, eso era evidente. Con una sonrisilla culpable, se giró hacía Romano- Esto... creo que me he dejado la comida en el barco.
Y si se la había dejado en el barco, ya podían olvidarse de ella. España no tenía una tripulación demasiado disciplinada, por lo menos en cuanto a respetar la comida de los demás se refería.
-¿Tú no llevarás nada encima para que podamos comprar algo, no?

Bien, alianza hecha, ya está, podía comerse toda la comida de España y salir corriendo de ahí, bueno, eso si no volvía a estrellarse.
Antonio comenzó a rebuscar en su bolsa….y notaba como de esa cara suya de felicidad pasaba a una más seria.
No, no, no, no, no, no podía ser, ¿por qué tenía tanta mala suerte? Que injusto, por favor, Dios, que ESO no pasara, que se le haya olvidado la co…
“Esto... creo que me he dejado la comida en el barco.”…
¡¿QUÉ?!
¡¡NO!!
Lovino se levantó rápidamente con la cara roja de furia.
-¡¿CÓMO QUE LA HAS OLVIDADO MALDITO BASTARDO DE LOS TOMATES?! ¡¡CASI ME ESTRELLO CONTRA UNA ROCA, ESTOY AGOTADO, TENGO A ALEMANIA ACOSÁNDOME, HOY MIS TRIPULANTES SE COMIERON TODA MI PASTA Y ENCIMA TENGO QUE VERTE A TI, PARA QUE SE TE OLVIDE LA COMIDA!.
Se puso a dar patadas al suelo cabreado, era el colmo, todo lo malo siempre tenía que pasarle a el, siempre, todo, no era justo.
De tanta patada que daba en una de esas le dio a una roca bastante dura, por no decir, DEMASIADO dura, y sintió como su pie ardía de dolor.
-AAAAAAAAAAAAA JODER JODER JODER
Y se cayó al suelo, además de haber sido humillado anteriormente tenía que estar ahora más humillado que antes.
Y su pie le dolía a horrores, se lo agarró quejándose bastante en alto y se intentó calmar de nuevo.
-maldito español, ojala te caigan piedras en esa cabeza atolondrada que tienes….
Ay,ay,ay,ay, como le dolía el pie.
Mas le valía a Antonio hacer algo bueno, llevarlo en brazos estaría bien así no hacía esfuerzo físico alguno, y de paso conseguirle comida…

El español se tiró un poco hacia atrás sorprendido ante la reacción del menor. ¡Bueno, no era él el único que iba a pasar hambre!
Toda la rethalía de acontecimientos que el italiano nombraba no parecían tener sentido alguno. Y pese al tono brusco de la situación, no pudo evitar ver la semejanza entre la cara de Lovino y un tomate maduro. Rezó para que no viese la sonrisilla que se le dibujó en los labios.

-¡Lo siento, Romano! No era mi intención dejarme la comida, de verdad. ¡No te pongas así, que no es para tanto! -trató de calmarle en vano. Se levantó del suelo preocupado al ver que Romano se daba un doloroso golpe contra el suelo.- ¿Estás bien? Cálmate Romano.... - Se agachó de nuevo frente al italiano que se retorcía de dolor, haciendo caso omiso a sus comentarios acerca de él.

-Déjame ver- le indicó que se quitase el zapato para poder evaluar él mismo el daño y actuar en consecuencia. Lo llevaría a la posada y ahí podrían darle vendas o algo, aunque sospechaba que en verdad no haría falta. Conocía cuan exagerado podía llegar a ser el italiano con tal de que lo llevasen en brazos y no tener que caminar él . -Seguro que no es nada....va, quítate el zapato.
Y para aligerar el proceso, se inclinó sobre él para desatarle la bota y sacársela él mismo. Eso si el italiano se quedaba quieto de una vez.

Se quedó totalmente quieto para ver como Antonio empezaba a quitarle la bota.
Por dios, como le dolía, bueno, en realidad se le pasó el dolor hace 5 minutos pero, daba igual, le dolía como si le hubieran dado una paliza 40 alemanes seguidos o una tortura rusa por más de 4 semanas.
Notó como la bota ya se alejaba de su pie quedando su calcetín con olor a queso, que vergüenza, bueno, seguro que los de Toni olían 100 veces peor que los suyos, eso lo consolaba, ah, si espera, que le tenía que doler a horrores el pie, así que, lo agarro con fuerza y empezó con el circo.

-AYAYAYAAYayyyyYAYAAYAY ¡CÓMO ME DUELE! Esto es como los mil demonios enjaulados en mi PIE, ¡ANTONIO HAZ ALGO! AY, AY AYAY, CREO QUE SE HA ROTO O ALGO PEOR-

Se tiró a los brazos de Antonio, maldito español, ahora vas a tener que cargar con el peso de Lovino por no traer la comida

-Toni, creo, que no puedo mas, si muero, haz una tumba, y pon, 20 italianas dentro, y dile a mi hermano que lo odio y a Alemania también.

Estaba fingiendo. Y se notaba mucho. Que no era tonto, por Dios... Pero conocía a Romano lo suficientemente como para estar acostumbrado a ése tipo de reacciones. No obstante, le masajeó suavemente el pie por la zona dónde se había golpeado, por si de verdad se había lesionado. Nada.

Abrió la boca para rechistar ante el escándalo que estaba montando el otro cuando Romano se le echó encima. Mantuvo el equilibrio de milagro y sonrió al notar que el rulo, ese rulito tan gracioso que le sobresalía y que era todo un misterio, le hacía cosquillas en la nariz.

-Eres un exagerado, en serio... - Murmuró- ¡Vamos a buscar algo de comer!
Cogió a Romano en brazos como si de una princesa se tratase y a zancadas se dirigió a buscar algún lugar donde pudiesen encontrar algo de comida, sin soltar a Lovino de entre sus brazos.

-¿Dónde, pedazo de inútil? Estamos en medio de una Isla desierta y tú piensas en un lugar donde comer…- Suspiró.
Al menos no tenía que caminar, estar en los brazos de Antonio era bastante agradable, ¿agradable? No no, el nunca pensaría algo así, nunca, aunque tenia que admitir que olía bastante bien, Antonio era de las pocas personas que le agradaban un poquito, con lo antisocial que era…
Pero todo era ridículo, ¿Qué se creía? ¿Qué era una princesita? ¡El era un macho italiano, mierda! Que vergonzoso…no pudo evitar ruborizarse, además, tenía a Toni demasiado cerca. Levantó la cabeza, y, si, demasiado cerca, ¡que lo bajara ya mismo!
-¡¡¡Bájame bastardo!!!- Y miró al suelo avergonzado, ya empezaba a ponerse nervioso de nuevo…

Miró alrededor, buscando algun indicio de ciudad por los alrededores. Es verdad, estaban en medio de la nada y difícilmente encontrarían una taberna o posada donde pudiesen darles algo de comer, no había caído en ello.
-Bueno pues... Algo habrá, quizá encontremos fruta en aquellos árboles de por ahí... - Se sentía como un naufrago, y eso que él había venido bien preparadito. Por que tampoco tenían agua. Por fortuna, como último recurso siempre podían volver a sus embarcaciones y de ahí dirigirse al puerto más cercano. Eso si no se perdían antes buscando comida.

-Pero ¿no te dolía el pie y no podías caminar?-dijo, entre risas.
Ante la exigencia del menor, lo dejó en el suelo con cuidado. Se habría cansado de fingir, quién sabe. Romano podía cambiar de opinión más rápido de lo que tarda un tiburón en comerse un marinero que haya caído al agua.

Empezó a caminar en dirección a la arbolada que se divisaba desde la costa. Seguramente ahí habría algún árbol del que se podría sacar algo comestible que les matase el gusanillo. Extrajo una daga de su cinto para ir cortando aquel follaje que se interpusiese demasiado en su camino y se abrió paso hacia el interior de aquella selva tropical. De vez en cuando, se giraba para ver si Romano le seguía bien el ritmo, aunque por las maldiciones constantes de éste, no sufría demasiado por perderle: podía oirle todo el rato refunfuñando tras él.

Se estaban internando bastante en la espesura, ya no se veía el mar.Hacía bastante calor y no habían encontrado nada reconocible que pudiesen comer. Antonio dirigió su vista hacia arriba.
-¡Mira Romano! ¡Bananas!¡Al fin! -
Dicho esto, empezó a quitarse el abrigo, el sombrero, las armas y todo aquello de peso que llevaba hasta quedar en camisa pantalones y botas, y empezó a trepar hasta alcanzar, no sin cierta dificultad, el punto del árbol donde se encontraba la susodicha fruta. Las descolgó y bajó con ellas, lanzándoselas a Romano en cuanto la distancia fue suficientemente segura para que no se espachurrasen al llegar al suelo.

Acabó de descender del tronco de un salto. Estaba bastante satisfecho consigo mismo: quien sabe qué hubiese pasado si no encontraban nada de comer en unas horas (teniendo en cuenta que era Romano su acompañante). Miró como el italiano comía las bananas. Hubiese preferido ser él primero quien las catase, no fuera que estuviesen malas, pero se le había adelantado. Lo cierto es que tenian buena pinta, para que mentir.

- No, no tienes nada -sonrió mientras ladeaba un poco la cabeza- Pensaba que eres muy mono comiéndote el platanito~
Cogió una banana y se sentó sobre un tronco caído que había por ahí y se puso a comer.

-¿Están muy ricas, no? Para haberlas encontrado así a la primera...No está nada mal, ¿Verdad Romano? - Sonrió afablemente- Oye ¿Vas a quedarte ahí sentado? Ven, hombre, esto está un poco húmedo pero es cómodo. Bueno, tan cómodo como puede llegar a ser un tronco claro... - y se le escapó la risa floja por la tontería del comentario. A veces estar cerca de Romano lo atontaba un poco. Sobretodo últimamente, después de haber pasado tanto tiempo separados y tras haberse dado cuenta que pensaba en él bastante más de lo normal.

Una vez más se quedó mirándolo con curiosidad. ¡Vaya si había crecido! La verdad es que estaba muy guapo. Cuando lo tuvo más cerca, le revolvió el pelo.
- Woow...Has crecido mucho, Romano. No me había fijado hasta ahora. -Puso morros- Los niños creceis muuy rápido, no es justo...¡Me hace sentir viejo!

No es que se llevasen tantos años, pero para Antonio la diferencia era considerable. Más que nada, por que no podía dejar de ver que , a fin de cuentas, le había criado...

Gruñó ante el comentario del español sobre él comiendo bananas, ¿mono? Menudo imbécil, pensaba en abrir la boca enseñándole toda la banana triturada para dejar de parecerle tan mono…pero igualmente no lo hizo, lo dejaría si eso para mas tarde.
Se levantó del suelo en cuando escuchó los argumentos de Antonio a favor del tronco, por dios, era un tronco, menos mal que se controlaba, si no podría pasarse hablando toda una tarde entera por una tontería.
Se sentó a su lado, y sintió como le revolvían el pelo, se apartó un poco (no vaya a ser que le tocasen el rulo y…no por favor) ¿los niños crecen muy rápido? Desde hace muchísimo tiempo que era mayor, por favor, cuando Antonio iba a verlo con otros ojos, el no iba a ser un niñito toda su vida, ¡era un macho italiano! (como pensó minutos antes) y tenía que demostrarlo aunque le traumase de por vida.
Acabó con su segunda banana y cogió la tercera, la abrió hasta la mitad y su cabeza se iluminó, iba a traumar a Antonio, ya tenía una buena venganza, menuda cara se le iba a quedar.
Se llevo la banana a sus labios y empezó a lamerlo suavemente sin quitarle de encima la vista a Antonio, metió la banana en su boca y empezó a sacarla y meterla repetidas veces mientras hacía gemidos bastante sugerentes y obscenos y…altos, que lo escuchara bien, como no pensara mal, de verdad, llegaría a la conclusión de que el español tiene un problema mental serio.
Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano ocultando mucho la risa por la cara de Antonio.

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(HAHAHAHA me lo pusiste a huevo oTL)

No entendía la actitud del italiano. ¿Qué se suponía que estaba haciendo con esa banana? ¡Que extraña manera de comer! No, no lo comprendía.
Hasta que al tercer gemido, entendió. Su cuerpo se puso tenso. Era una situación totalmente chocante. Ahora sí ¡¿Qué pretendía!? ¡Además, él no le había enseñado nada de eso!
Se alarmó notoriamente. No tenía ni idea de como reaccionar. ¿Haría Romano eso mismo con ...alguien más?¿ Con otros países?¿Con otra gente que desconocía? Algo le removía el estómago, y por una vez estaba convencido de que no era cosa de la comida o el hambre. Le horrorizaba la idea de...Bueno, todas las ideas que le estaban viniendo a la mente.
Un sonrojo cubrió su rostro y un sudor frío su cuerpo. Su cuerpo todavía estaba paralizado. Sí, todos estos años separados no le habían sentado bien a Romano, ahora estaba convencido (o había encontrado la excusa perfecta para autoconvencerse de eso, más bien). Se sentía responsable y tenía que hacer algo al respecto.

Abrió y cerró la boca repetidamentes sin emitir sonido alguno, saturado por la lluvia de ideas que inundaba su mente, pasando todas una detrás de otra, fugazmente, confusas, difusas, pero todas en una dirección: debía proteger a Romano de la depravación del mundo.
Sólo quería lo mejor para él, por supuesto. No es que quisiese recuperarlo. Bueno, sí, pero por su propio bien, no por ningún motivo posesivo y egoista, eso no iba con su personalidad...
No sin esfuerzo, consiguió aclarar sus ideas, tomar aire y mantenerse firme.

-Romano, tengo que pedirte algo...- Le tomó de las manos, no sin antes apartar la condenada fruta de la boca del italiano- ¿Quieres volver a formar parte del territorio español?
Sintió cierto alivio cuando lo dijo. Como si se hubiese quitado un peso de encima. La idea rondaba hacía tiempo por su mente, para que negarlo. Pero no le había acabado de dar forma. No soltó las muñecas de Romano, ya que suponía que el menor saldría huyendo tras la muy probable negativa inicial. Y eso no le interesaba.

[ uhhh me salió como el cuuuulooo bueno te quiero (?)]

Iba a empezar a reírse a carcajada llena cuando Antonio derepente le apartó la banana cayendo esta dramáticamente al suelo y a decirle que… ¿volver a formar parte del territorio español? ¿Qué?
Parpadeó tres veces sin decir nada esperando a que esas palabras las asimilara su cerebro, y frunció el ceño ¿Qué se creía? Como se notaba que no había superado su independencia.
-¿Perdona? ¿Yo? ¿Volver contigo? ¿Para que te piensas que me volví independiente? ¿Estas idiota? No pienso volver Antonio que te quede bien claro-
Aparto las manos bruscamente del agarre del mayor y se alejó de el, estaba pensando ya en volverse, estaba la alianza hecha, había comido, le había tomado el pelo al español y ya no le quería ver la cara (o bueno, si, pero no lo admitiría)
También le daba un poco de miedo el hecho de tocar el tema “volver con España” y su independencia cabreara a Antonio, Romano no tenia para nada ningún buen recuerdo de su independencia, y mas, de España cabreado, daba más miedo que Rusia.
Miró a los ojos al español y suspiró, mejor cambiar de tema rápido
-Sabes…ayer me comí sin querer un tomate podrido, ¡estaba horroroso!, ¿seré idiota no? ¡No me di cuenta!...
Era la mayor bobada que se invento en la historia, pero si se quedaba mucho tiempo pensando se iba a notar y no quería eso, ojala a Antonio se le pasara esto de “Vuelve con España” no entendía por que le daba tanta importancia y seguía insistiendo, el estaba bien siendo independiente, Antonio también, no lo entendería jamás, pero en el fondo sentía un poco de remordimiento por todo y ganas de salir corriendo de ahí, esos temas le tocaban mucho la moral, mucho.

[ninini yo tambien te quiero (?)]

Bueno, admitía que le había dolido un poco la respuesta tan brusca de Lovino. Podría habérselo pensado un poco...Pero tenía que tener las ideas claras, ya sabía que ésa iba a ser la reacción. Tenía que ser bastante paciente con Romano, no quería que las cosas acabasen mal. Eso sí, no dudaría en usar la fuerza si Romano no accedía por las buenas. Aunque eso suponiese declararle la guerra al mayor de los italianos... No hay mal que por bien no venga.
El plan de Romano había hecho efecto, Antonio tendía a distraerse con una facilidad increíble. Pero eso no era así todas las veces ni mucho menos todo el rato. ¡No podía caer en su trampa tan fácilmente!

- Que feo, la verdad es que saben muy....¡Eh! no te desvíes del tema. No me digas que no tan pronto , Romano, no es justo. - no es que tuviese que ver mucho con injusticias en verdad, pero bueno. No creía que Romano fuese a caer precisamente en eso- Sé que te volviste independiente, pero Romano, corren tiempos muy malos y yo quiero protegerte. ¡Serían todo ventajas para tí! Sólo tendrías que limpiar la casa, como antes...Tendrías estabilidad económica, yo me ocuparía de todos los problemas que supone la regencia de un país, protección total ante amenaza de guerra...-fue enumerando con los dedos a medida que iba a inventándose cosas. No es que fuesen mentira, claro, pero sus verdaderos motivos eran algo más egoistas. Claro que eso no lo iba a admitir.

Una vez más, acortó distancias con el menor. No iba a dejar que escapase. Ya no estaba interesado en la alianza, no podía dejar de pensar en tener a Romano bajo su mando.

-Vamos, Romano... ni siquiera hace falta que sea toda Italia, con que seas sólo tú está bien...- Iba delatándose a sí mismo inconscientemente.

-No, no, no, no, que no, y no, y que NO-
Fue lo que contestó a cada enumeración que le hacía el español sobre las “ventajas” que tendría a subordinarse de nuevo a él. Y, que insistente estaba con el tema, ni siquiera funcionó su táctica de “cambia de tema, cambia a Antonio”, no le queda otra que plantearle cara al mayor, si salía corriendo iba a alcanzarlo, y si gritaba, su tripulación estaba lejos, no serviría de nada…
Se apartó un poco de Toni, tanta cercanía siempre hacía que se sintiese un tanto incómodo, con otras personas no le pasaba pero con Antonio casi siempre y nunca entendía por que realmente, se le ponía la piel de gallina…y nervioso, muy nervioso, y eso le pasaba justamente ahora mismo.
-¿Co-como que no hace falta toda Italia? ¿¡Me estas tomando el pelo!? Ya te he dicho que no pienso volver a juntarme contigo mierda, que te quede claro, que no quiero, ¡y deberías respetarme! No soy un jodido niño pequeño ya Antonio, me se cuidar por mi mismo, y no necesito depender de nadie y menos de un idiota como tu joder, mira que te pones pesado, ¡eres un jodido pesado! –cogió aire para seguir con el monologo, sentía que la piernas le temblaban- Además, a que precio, ¿Limpiar tu casa? ¿Yo? ¿Me tomas el pelo? De verdad, si es una broma déjala por que es de muy mal gusto, y ¿Qué no es justo? ¿Te parece justo privarme de mi libertad? Pedazo de imbécil, no es no, y se acabo el tema.
Miró hacia el suelo esperando a que Antonio esta vez lo entendiera y así lo dejara tranquilo de una vez por todas.

Comenzó a enojarse por momentos. ¿Por qué lo estaba pintando como si él fuese el malo de la película? ¿Y por qué volvía a alejarse de él? ¡Romano sabía que no le iba a hacer daño! Le molestaba esa falta de confianza.
-¡No te privo de la libertad! ¡Jamás te dije eso! ¿Acaso te privé de algo mientras estuviste bajo mi mando?- Si, a su gente si. A Romano, como persona, se preocupó de que no le faltase nada. Pero un país bajo dominio del otro no deja de ser un criado. No obstante, tenía que enguatusar a Romano de alguna manera, aunque tuviese que mentirle.
Se había quedado sin argumentos. Eso le pasaba por hacer las cosas así, precipitadamente. Claro que el italiano no se lo estaba poniendo demasiado fácil. Se vería obligado a ponerse serio. Serio de verdad. Y nunca había estado así con Romano...Claro que nunca le había declarado una guerra.

-Romano, recapacita. Puedes hacer esto por las buenas o por las malas....-Asió con un poco de fuerza su muñeca. - Tú decides. Vas a ser mío lo quieras o no...

Le dedicó una mirada algo sombría. No, no se encontraba nada a gusto siendo así con Romano. Pero ya se disculparía de algún modo u otro más tarde, cuando Romano no estuviese causándole más problemas que los de convivencia.

¿Qué se supone que era aquella mirada que le estaba dedicando Antonio?
No iba a rendirse, el era suyo y de nadie más, y todavía más, su gente, su país, el como nación, no iba a ser el criado de nadie, además, ¿Por qué volver a repetir todo el sufrimiento de hace tantos años? Se sentía para el culo en esos momentos, y aunque le haya tirado toda la mierda a España a la cara, le costo mucho poder hacerlo, se auto dañaba así mismo, ¿Por qué Antonio se volvió tan importante para el? Serán los años, y haber sido él la única persona que realmente se preocupo en algún momento por la parte sur de Italia.

-Antonio, lo siento, no puedo ser tuyo, así que, déjalo, ¿Por qué insistes tanto?....

Ver al mayor mirarlo de esa forma tan seria hacía que se le pusiesen los pelos de punta, que recuerde, solo una, o dos veces lo miró así (costaba sacar el lado oscuro de Antonio), sentía como la adrenalina empezaba a expandirse por su cuerpo, tenía miedo, miedo de todo lo que pudiera llegar a pasar si Antonio se sacaba de sus casillas, mejor ser delicado y no insultarlo como suele hacer con todo el mundo…

No sabía bien porqué motivo insistía tanto. Bueno, sí, sí lo sabía. Todo aquello de proteger a Romano…Era una farsa, por supuesto, una máscara que se había impuesto él mismo para no reconocer su verdadera ambición. No quería ser un monstruo que arrebatase la libertad de Romano, por eso se inventaba excusas para autoconvencerse y no ver la realidad que conocía perfectamente. Sentía algo de remordimiento por ello, pero no iba a amedrentarse, no después de haber llegado tan lejos. Llegado a este punto, algo en la mirada del italiano le decía que no iba a entregarse por las buenas.
Suspiró resignado. No le quedaba otra opción. No es que quisiese, pero su deseo subconsciente de poseer todo el Sur de Italia era mayor que su voluntad.

-Italia del Sur- Anunció, separándose prudentemente de él en un gesto solemne- Te declaro la guerra. – y saliendo del tono algo protocolario que había empleado, repitió, más para si mismo que para el italiano- Vas a ser mío… De modo que ve preparándote.

Dicho esto, le dio un beso en la frente, deseándole buena suerte (paradójicamente, puesto que era él mismo quien lo había metido en asuntos peligrosos), cogió todas las pertinencias que se había quitado para subir al platanero y le dio la espalda, volviendo por donde habían venido.
Por el camino, fue esbozando mentalmente los planes que más tarde trazaría con mayor esmero. Primero cogería el barco y se dirigiría primero a España, a por armamento y provisiones, y después a Italia. Enviaría mensajeros a sus aliados, confiando en que Italia del Sur se rindiese pronto al verse amenazado por una ofensiva muy superior a su defensa, evitando así derramamiento de sangre y una violencia por la que Antonio no deseaba hacer pasar a su ex-subordinado.
Salió a la playa. El barco se divisaba no muy lejano. Era más rápido que Romano, confiaba en llegar antes que de que él hubiese tenido tiempo de prepararse. Sería otro punto a su favor. Aceleró el paso y en unos minutos llegó al barco, ordenando a voces a sus hombres que se apresurasen en partir. A lo lejos divisó la figura de Italia, en la playa. Sonrió apenado. Si esto salía mal, podía perderlo. Para siempre. No tenía ninguna excusa para sus actos, Romano iba a odiarle. Pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. Dio la espalda a la playa, apartando sus ojos de la lejana figura de italiano, y zarpó con sus hombres.

“Italia del sur, te declaro la guerra”
Se quedó helado al oír las palabras del español, por unos momentos, no se lo creía, para nada, era una terrible pesadilla de la que tenía que despertarse.
Sintió como Antonio le besaba la frente, tuvo unas enormes ganas de lanzarse a sus brazos y suplicarle que parara con todo aquello, pero simplemente no podía hacerlo, su cuerpo no respondía, estaba en un estado totalmente ausente y asombrado.
Cuando el mayor se giró para irse fue cuando empezó a reaccionar, se levanto de su sitio mirándolo como empezaba a alejarse de el, dio unos pasos hacia Antonio pero pensó que lo mejor sería dejarlo ir, y hacer algo con su vida, por que se le iba si no hacía algo.
Corrió hacia la playa lo más rápido que pudo, cuando llego, pudo divisar la figura de Antonio en el barco mirándolo, se quedó ahí parado hasta que el barco español desapareció de su vista y corrió al suyo. Un montón de ideas se le pasaban por la cabeza, entre una oleada de emociones como angustia, estrés, melancolía…
Subió al barco gritándole a todos sus tripulantes lo idiotas que eran, tenía que descargar toda la furia que llevaba dentro, hasta que uno se acerco diciéndole en su idioma natal “¿que paso?”, y Lovino contesto “¿Qué que paso? ESTAMOS EN GUERRA, ESPAÑA NOS VA A CONQUISTAR SUBNORMAL” y empezó el caos en su barco, tardaron en zarpar mas de una hora entre los llantos de sus piratas, y, no sabia por que coño había uno tocando el violín de forma dramática en el barco, mientras otros corrían y decían que se iban a suicidar (el si que iba a suicidarse), otros simplemente insultaban a España…en fin, de todo, estaba harto.
Entró en su camarote y dejo el mando a su teniente Luigi (?), se sentó y miró hacia la ventana, el mar, interminable, azul, que vista tan sosa. Se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas y se auto insultaba el mismo por ser tan idiota como para llorar, ¿Qué iba a hacer?, darle la cara a Antonio aunque le aparezca con medio mundo de aliado, no iba a rendirse en ningún momento, como le jodía la situación.
Se quitó las lagrimas con sus manos y suspiró, realmente no quería que pasase eso, maldito español, era un imbécil, ¿Por qué tanta movida? ¡No entendía nada! Ni siquiera por que estaba tan destruido y con ganas de deprimirse más de lo normal, no se sacaba a Antonio de la cabeza (desde hace días…), y ahora su angustia era peor, como podía ser que una tarde que empieza bien y tranquila acabase en una declaración de guerra, nunca ha estado así con Toni y se sentía solo y perdido.
Se tiró a un sofá y cerró los ojos, sus días de tranquilidad llegaban a su fin.


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((oTL me extiendo un montón yo sola, lol, cierro tema y abrí uno vos que yo abrí este (??))