...Alianza?

Necesitaba una nueva alianza, de un país en el que podía confiar y en el que estaba seguro de que no le podía fallar; en eso pensó en el bello país que está al otro lado de su propio país.
También aprovechó para recorrerlo y buscar chicas bellas... cierto amigo chino le había dicho que las taiwanesas eran las más bellas, y pues, ¿por qué no?
Admiró a cada dama que pasaba y encontraba por cada calle, debía admitirlo, habían muchachos muy bien parecidos también.

El turco se embelezó por la cultura tan diferente que tenían, y eso que estaban en el mismo continente.
Llegó a la casa de Taiwán, tocó el timbre y esperó una respuesta.

Esa mañana se había levantando muy temprano. Ni siquiera habían salido los primeros rayos del sol cuando ella estaba despierta. Durante esas horas había aprovechado para hacer muchas cosas, como desayunar, peinarse con calma y alimentar a su mascota, ese cachorrito tan lindo de tigre que hace poco le habían regalado. Cuando hubo terminado salió de su casa cuando amaneció a comprar varias cosas y ver lo que había en el mercado calmadamente. Ya habían pasado bastantes pero que bastantes horas desde que había salido y ella aún no había regresado a su casa. Todo por haberse distraído con unos hermosos qipao que había visto en la tienda. Obviamente no fue tonta y compró el que más le gusto.

Cuando hubo terminado con sus compras regreso a su casa, encontrandose con un hombre considerablemente más algo que ella y de paso, con rasgos diferentes a los de su gente lo que lo convertía en un extranjero. Arrugó un poquito el entrecejo y decidió ir a ver quien era. Estaba en la puerta de su casa después de todo. Se acercó y le pico con el dedo indice sobre el hombro, para que se volteara.

-Ni hao, ¿se le ofrece algo?-preguntó mirandole de manera un tanto seria, no se confiaba mucho, menos con aquella máscara tan extraña que tenía.

Entre que esperaba y esperaba a ver si alguien le abría la puerta, se distrajo con una mariposa muy bonita; ésta tenía los colores muy fosforecentes; eran tonos y escalas de verdes, claros y oscuros.
Ésta se había posado en unas flores que adornaban la casa de la taiwanesa, el turco quedó embelezado por aquella mariposa, nunca antes había visto ese color en un insecto tan puro como aquella
Trató de agarrarla, estiró su fornido brazo, y con mucho sigilo estiró el dedo índice para poder, aunquesea, tocarla.

Estaba en la misión de tocar-aquella-linda-mariposa y derrepente siente que alguien le toca la espalda muy suavemente, éste se sobresaltó y perdió a la mariposa. ésta salió volando.
-Tsk- se dio la vuelta y encontró a la personilla que vivía allí.

-¡Buenos días!- dijo con una gran sonrisa dibujada en su rostro, estaba un poco dudoso ya que, al parecer la pequeña Mei no se recordaría de él, era muy pequeña ella cuando Sadiq recorrió por última vez su país, invitado por china.

-Creo que ya no te acuerdas de mí, ¿o sí?- no era costumbre suya sacarse la máscara, era mas o menos un pecado, pero, era una dama, y para que aunquesea, se recuerde de quién era y que no era un extraño más.

Deslizó aquella blanquesina máscara por debajo de la nariz e hizo divisar sus grandes ojos amarillentos, guiñó el ojo y luego se colocó de vuelta.

Dio un paso hacia atrás cuando el susodicho dió la vuelta. Por más que tratara de recordar a una persona que usara máscara no podía hacerlo mas sin embargo se le hacía familiar. Tal vez alguna vez lo vió y ahora no recordaba, quién sabe. El saludo le tomó por sorpresa y le provocó un leve respingo. No es que fuera asustadiza si no que no acostumbraba a saludar...¿gritando?. Bueno, no importaba, dejó escapar un pequeño suspiro y alzó el rostro para poder ver bien a aquella persona. Cuando bajó su máscara varios recuerdos llegaron a su mente. Algunos más claros y otros más borrosos. Esos ojos amarillentos los había visto en alguna persona y esa era...

-¡Turquía!-gritó el nombre con una gran sonrisa, como si hubiera adivinado un difícil acertijo.

Luego de tanto pensar y pensar al fin se había recordado de quien era aquella persona que se encontraba justo efrente de ella

-Siento no haberme dado cuenta antes de que eras tú. Es que no te recordaba.-dijo un tanto apenada-Pero bueno, ¿qué te trae por mi casa?-sonrió levemente, no todos los días veían a visitarle en su propia casa. Ya cuando contestara esta pregunta, si es que fuera algo de verdadera importancia, le dejaría pasar a su residencia para poder hablar más seriamente de lo que se tratase.

Notó la cara de pura duda que llevaba la chica; estaba en lo cierto, no se acordaría de él. O eso lo pensó luego de sacarse la máscara, si no se hubiera sacado capaz y llamaba a la policía ella, no todos los días encontras a un fornido, con capa, máscara, y barba frente a tu casa.... eso daría miedo, acotó hasta él.

Sonrió al escuchar su nombre -¡Sí que te acuerdas!- dijo muy contento y luego dos brazos estaban por la cintura y espalda de la pequeña taiwanesa; un abrazo gigantesco había recibido.

-He venido aquí para formar una alianza contigo, Mei- se puso serio de nuevo, no quería hablar afuera de esto, capaz países enemigos podrían escuchar la situación y apoderarse de ella, asique, insinuó para poder pasar dentro y hablar con más tranquilidad.
No estaba seguro si ella iba a querer o no, mas le iba a pedir como favor, a ver si tío Sadiq podría formar parte de la alianza asiática, más bien, una alianza con Taiwán.

El abrazo le había tomado por sorpresa y terminó abriendo sus ojos con algo de fuerza ya que no se lo esperó. Luego de esto terminó respondiendolo con una pequeña sonrisa. No estaba acostumbrada a recibir abrazos así y si los recibía eran de manera "obligatoria" y por parte de Corea cosa que le desagradaba por completo. Cuando el abrazo hubo finalizado le miró con atención escuchando lo que este diría. ¿Una alianza con su país? No tuvo que preguntarlo para asegurarse de que había escuchado bien ya que con el semblante serio que traía el turco fue suficiente. Se acomodó con cuidado su qipao y pasó por al lado de este, abriendo la puerta de su hogar.

-Ven, pasa. Hablemos de esto adentro, Sadiq-sonrió levemente y entró a su residencia.

Primero dejó el bolso que traía consigo en una pequeña mesa y luego corrió, por asi decirlo, hacía la puerta para poder cerrarla cuando el moreno entrarara en su casa y poder hablar calmadamente sobre la alianza entre ambos países.

Por suerte no sobresaltó como lo haría el chino. Báh, él siempre se sobresalta por todo... el turco rió.

Escuchó a la chica y con dos pasos ya estaba dentro de la casa, escuchó la puerta cerrar y miró atentamente la casa.
Era increíble como dos países podían estar en el mismo continente y nisiquiera hablar, comer o tener la cultura iguales... ¡Era todo diferente! y eso le parecía muy pero muy interesante.
Por eso mismo quería la alianza..

-Muchas gracias por dejarme entrar- agradeció y se sacó el sombrero rojo que siempre llevaba consigo, también la capa. En su casa, era mala educación llevar puesto sombrero y entrar con el, también con sacos y capas, como la de él.
La sostuvo en su brazo y miró a la chica.

-Pues bien, hablaremos de la alianza...- habrá algún lugar en donde se podrían sentar? se preguntó el turco divisando ciertos lugares que, parecían, ser cómodos.

Luego de que este pasara rápidamente cerró la puerta con mucho cuidado. Pasó por al lado de este y le sonrió levemente. Se veía algo interesado por lo que veía en su casa. No pudo evitar preocuparse un poco. ¿Habría algo feo en su casa? ¿Se veía mal? Esperaba que no, mordió ligeramente su labio inferior con tan sólo pensar en el hecho de que no le gustara su casa. Si había algo que le gustaba era impresionar y ser única. Trató de olvidar lo que había pensado hace unos momentos atrás y comenzó a caminar.

-No es nada. Ven conmigo, podremos hablar mejor en otro lugar.-

Le guío por un largo pasillo en donde se podían ver las puertas corredizas. Algunas estaba abiertas dejando ver el jardín en donde había lo que parecía una hermosa "fuente" natural. Algunos adornos colgaban del techo y eran movidos al son del viento que provocaba que hicieran sonidos realmente relajantes. Al llegar a su despecho deslizó la puerta, le dejó pasar y luego la cerró. Se podía ver una mesa que comparada con el resto era muy...¿baja? bueno, eso no importaba. En el suelo habían lo que parecían dos cojines.El lugar era una especie de sala donde al parecer Mei se reunía con unos cuantos invitados. Ella tomó asiento en uno de esos cojines anteriormente mencionados y le mostró el otro donde el turco podría sentarse sin problema alguno.

-Ahora sí podremos hablar más calmados sin que nos molesten o escuchen los sirvientes-dijo mientras descubría sus manos que estaban cubiertas por las mangas de su qipao-¿Podría saber a que se debe el hecho de que quieras una alianza?-preguntó un tanto curiosa, con una leve sonrisa posada en sus labios.

Asintió con la cabeza lo que le decía la pequeña Mei; la siguió pero muy lentamente. Quería recordar bien su casa, ya que, como había pensado, hacía mucho tiempo que no estaba o no la visitaba.
Habían muchísimas cosas nuevas y hermosas, le emocionaba la cultura china y sus derivados, léase taiwanesa. Miraba de arriba a abajo cada puntito que tenía, mostraba en rostro que estaba muy fascinado.

-Tu sí que tienes una casa muy aseada y hermosamente bella, muy exótica-

La siguió por el pasillo largo, aquél piso de madera o que parecía de madera le llamaba mucho la atención.. ¿qué árbol será? bueno, eso lo discutirían después.
Entró a aquella habitación y divisó, además de cuadros, una pequeña mesita y almohadones a sus costados.
-Joo, espero caber aquí- dijo riéndose y guiñando el ojo

Al sentarse, escuchó a la chica y luego repuso:
-Pues, como sabes, o, por si no lo sabías, ahora mi nación ya no tiene alianza con ningún país Asiático...- frunció el ceño y luego se reprochó a sí mismo -Bueno, lo tenía con China, pero, por un asunto político que no quiero discutir, mi jefe mandó mudar todo contacto con China, lamentablemente...- prosiguió -A mi parecer, Taiwán podría formar una gran alianza con mi país... nosotros podríamos beneficiarlos en su economía y dar todo lo que esté a nuestro alcance...- esperó a que la taiwanesa hablara..

-¡Muchas gracias Turquía!-agradeció por el halago alegremente. No todos los días alguien la visitaba y se quedaba tan fascinado con su hogar al cual ella consideraba demasiado sencillo para su gusto.

Tsk, China, con tan sólo escuchar el nombre de ese bastardo se le arruinaba el día. Como lo detestaba, si fuera por ella ahora mismo no tendría ni un pelo de inmortal el muy...agh, bueno, no había tiempo para estar perdiendolo insultando a algo que no vale la pena pero era inevitable el hecho de que lo detestara tanto y quisiera desaparecerlo de la faz de la tierra (aunque muy a su pesar le apreciaba aunque fuese un poco). Suspiró frunciendo levemente el ceño ignorando esos pensamientos molestos sobre el asiático mayor en su mente y una vez escuchadas las razones para la alianza del turco levantó el rostro y dejo de apretar sus puños que estaban sobre su regazo además de ocultos bajo las finas mangas de su qi pao. Este ya le dijo varias cosas que le benificiaran aunque ella ahora debería pensar en algo que beneficiara a la nación mediterranea. Pensó en silencio. Su país tenía bastantes cosas, demasiadas por asi decirlo y no era justo el momento en el cual se le ocurrían ideas. ¿Qué tal si le preguntaba que quería a cambio? Así sabría que ofrecer y que no.

-¿Qué quieres que yo te dé a cambio de lo que me has mencionado con anterioridad? Es que ahm, bueno, así sabré más o menos que tengo yo que pueda servir y ya, ya sabes-Dejó escapar una risilla nerviosa y se puso cabizbaja con una gota en su sien.Comenzaba a sentirse nerviosa y a preocuparse. ¿Y si la alianza no salía como esperaba? ¿Y si era una trampa? bueno...eso lo dudaba pero no podía evitar preocuparse. Estaba ya demasiado nerviosa y se notaba en la forma en la que mordía ligeramente su labio inferior y miraba a varios lados. Maldecía mentalmente todas sus preocupaciones y que estas le causaran tanto nerviosismo.