Carta para Antonio (?)

Lovino soltó un suspiro al ver el trozo de papel que tenia justo en frente suyo.
Tenía que ser claro como el agua y directo, con lo atolondrado que es el español, se inventaría cualquier cosa o quien sabe que.
Agarró fuertemente su pluma y comenzó a escribir.

“Antonio:
Te escribo por que quiero una alianza contigo.
Acepta bastardo o no me volverás a ver nunca más.
Y de paso, mándame unos tomates.

Lovino Vargas”.

Leyó la carta dos veces seguidas para estar totalmente seguro del contenido. ¿Romano le estaba proponiendo una alianza? Sonaba tan maravilloso que no podía creérselo. Aquello cambiaba ligeramente sus planes pero... ¡Qué más daba!
Fue tanta la emoción del español que dejó la carta sobre la mesilla y fue a contárselo a los vecinos ( que se quedaron pasmados puesto que no entendían a santo de qué venía tanta alegría y a qué se refería con ''alianza'', ''italia del sur'' y ''tomates'', pero la alegría era tan contagiosa que se quedaron celebrando hasta tarde) .
Cuando volvió a casa, olvidó por completo responder a la carta, y así siguió durante los dos siguientes días, totalmente convencido de haber hecho la alianza ...y sin haber respondido a la carta. Y todavía se preguntaba por que Lovino no se presentaba en casa.

Pasaban los días...
Maldito español que no le respondía la jodida carta, ya estaba empezando a estresarse y a preocuparse, si no aceptaba la alianza...
Igual, pensaba Lovi, que le pasó algo importante, se le hundió el barco o algo así.
O mataron al mensajero que envió para Italia.
O no quiere hacer una alianza con el por que en el fondo lo odia....bah tonterías, seguro que se olvido o algo peor.
No quería presentarse en su casa, eso seria un suicidio (pero igual si no le quedaba otra...), con lo insoportable que se pone, no, al menos lo intentaría otra vez, escribiría otra carta y a ver si esta vez no pasaba de el como lo estaba haciendo.

"Antonio:
Bastardo mal agradecido respóndeme la carta o te juro que me presento ahí en persona para comerme todos tus tomates, quiero saber si aceptas la jodida alianza o no.

Ya sabes quien.

PD: si no me respondes al menos esta carta te las vas a tener que ver con mi cara cabreada.
PD2: y la próxima vez no seas tan idiota."

Maldito español, un día se vengaría de el.

El día de la llegada de la segunda carta era soleado, un dulce día primaveral, Antonio había salido a comprar algunos bártulos al mercado, de modo que no vió la carta hasta bien entrada la noche, cuando , de casualidad, se acordó de revisar su correo.
Al ver el remitente, la abrió ansioso: ''¡Una carta de Lovino para mí! seguro que recibió la mia y quiere que nos veamos en algún lado...fusososososo que lindo!'' . De esa manera, se quedó estupefacto al leer la carta del italiano. Y de repente, recordó. No había escrito ninguna respuesta, cómo le iba a llegar? Corrió al despacho a por pluma y papel.
''Querido Romano:
Discúlpame por haber tardado tanto en contestar, es que pensé que había escrito la respuesta y al ver tu carta me dí cuenta de que no''
Dejó la pluma a un lado. Se acababa de acordar de que hoy se había propuesto regar los tomates ya que no había llovido en un tiempo, así que se levantó y corrió hacia el jardín. Al volver, una media hora después, escribió dos lineas más y recordó que tenía que dar de comer al loro que había adquirido hacía poco. Una criatura de vistosos colores que lo acompañaría en gran parte de sus viajes en alta mar.
Un par de horas tuvieron que transcurrir entre sucesos de similares características para que España acabase la carta. Se sentía satisfecho con ella:
''Querido Romano:
Discúlpame por haber tardado tanto en contestar, es que pensé que había escrito la respuesta y al ver tu carta me dí cuenta de que no había contestado! ¿No es gracioso? ¿Cómo está tu hermano? La última vez que lo vi andaba con un poco de descomposición estomacal, pero supongo que ya se le habrá pasado. Me he comprado un loro, y me han dicho que con paciencia puedo llegar a hacerle hablar! ¡Tengo ganas de que lo veas!Respecto a tu sugerencia, me gustaría vernos cara a cara para que poner sobre la mesa los pros y los contras. Dime la fecha y el lugar y veámonos ahí.
P.D.: ¿Quieres que lleve tortilla de patatas y comemos por allá?''
No, Antonio no era muy serio en cuanto a lo que negociar tocaba, y tampoco se daba cuenta de ello. Por eso no le pareció inapropiado dibujarle a su ex-criado una carita sonriente a modo de firma.
Al día siguiente se levantó temprano ( las once de la mañana era una hora prudente) y corrió a enviar la carta. Ahora sí le llegaría a Italia.

Después de tanto tiempo, Lovino al fin recibió la maldita carta del español de los cojones la carta del español.
La abrió corriendo esperando un “Si Lovi te quiero que mono balblabla acepto todo”, y después de leer las subnormalidades que le escribió… ¿qué quería arreglarlo en persona?, ¡será pesado!, como si no tuviera problemas ya con su vida.
Necesitaba descargar todo lo que llevaba encima, menudo estrés, cogió un tomate y empezó a masticarlo mientras escribía la carta

“Antonio:
Nos vamos a ver en persona dentro de dos días en…

Y se le mancho “dos días en” con el liquido del tomate, ¡QUE CATÁSTROFE!, bueno, da igual, total, es Antonio, seguro que lo ve mono y todo.

…..en La Isla, y sí, tráete la tortilla o paella esa que dices, y unos buenos tomates de paso.
Lovino Vargas.”

Cómo no llegue a presentarse en el día de la fecha, lo mataba, totalmente, si buena idea, iba a anotarlo.

“PD: Cómo no te presentes te hago puré de tomate”

Un final perfecto para una obra de arte, pero faltaba el toque final, así que, Lovino agarró un poco de jugo de tomate y mancho por otro lado la carta, al menos así la cosa se equilibraba y no quedaba tan horroroso.

Por una vez, España leyó el correo a tiempo. Al abrir el sobre, el olor a tomate y las manchas de éste sobre el papel evidenciaban que el italiano había estado comiendo su fruta favorita al escribir la carta. Le entró la risa floja, eso era muy adorable de su parte. Llevaría tomates para ambos a la cita, cómo no.
Para variar, Lovino era más bien escueto a la hora de escribir misivas. Bueno, lo iba a ver en un par de días, qué importaba, ya le contaría que era de su vida en persona. En verdad se moría de ganas de ver al italiano y de darle un buen achuchón ¿Habría crecido mucho?
No vió necesidad de perder más tiempo contestando a la carta nuevamente, así que empezó a prepararlo todo para embarcar: su destino estaba a un día navegando con viento favorable, y desde luego, no quería arriesgarse a convertirse en puré de tomate por llegar tarde.
En un par de horas tuvo listo lo más básico del navío y de sus pertinencias personales, y zarpó rumbo a la Isla. Confiaba en que no hubiese ningún contratiempo y pudiese arribar a tiempo a su cita...