Visitando al país del amour~~

Letonia se dirigía a la casa de Francia, sentía curiosidad por conocerlo. Todos le decían que era un pervertido que le metía mano a cualquiera que fuera a verlo, pero el pequeño Raivis creía que simplemente lo juzgaban mal. Llegó al Palacio de Versalles y pidió ser recibido por el francés, mientras empezaba a temblar y se retorcía las manos en ademanes nerviosos.

-E-espero que no tarde mucho... -pensó en el vino francés y decidió que si tenía ocasión le pediría a Francis que le dejara tomar una copa. Sus hermanos le matarían si se enteraban de que había bebido alcohol, pero el letón tenía curiosidad, ya que aquel vino era famoso en toda Europa.

Para casi cualquier persona, que le tomaran las medidas para los trajes debía de ser algo muy aburrido. De hecho, alguien se lo había dicho alguna vez (no recordaba quién) y él no había podido más que discrepar. A Francis la moda le interesaba. Saber qué se llevaba y qué no se llevaba. Se sentía orgulloso llevando trajes únicamente diseñados para él. Vestir elegante era su marca personal. Se probó una chaqueta nueva y más de la mitad de gente allí congregada (la mitad del servicio apróximadamente. No estaba mal tener espectadores que comentaran la jugada, aunque no la supieran apreciar realmente) proclamó murmullos de admiración. Eso era buena señal.

- Señor. -dijo un mayordomo acercándose y hablando a media voz- Ha venido a verle alguien. Dijo que respondía al nombre de Letonia y que deseaba ser recibido por vos.

- ¿Letonia? -preguntó el galo arqueando una ceja y mirando al hombre, el cual afirmó con la cabeza.

- ¿Lo hago pasar? -preguntó ahora el mayordomo.

- Guíalo hasta la sala para recibir a las visitas. Dile a Adrianne que prepare algo por si el invitado tiene hambre o sed. Y comunícale al susodicho que estaré allí en diez minutos. Tengo que acabar de concretar los arreglos de la chaqueta.

A los diez minutos, Francia se presentó en la habitación donde Raivis, temblando ligeramente, parecía estar esperando nervioso a que viniera. No entendía muy bien qué traía al muchacho por aquellos lares pero no iba a ser maleducado.

- Vaya Letonia, es toda una sorpresa tu presencia -dijo Francis sonriendo un poco- ¿Qué te trae por aquí?

Raivis había sido recibido por una criada muy amable llamada Adrianne, la cual le había servido un vaso de agua mineral y unas Gougères de queso Gruyère. Aquellas bolas semejantes a buñuelos de queso era con seguridad lo más delicioso que el letón había probado en su vida, y aún se relamía cuando apareció Francia. Hizo varias reverencias sin dejar de temblar.

-Ah, e-eh, p-pues yo quería... -el muchacho se sonrojó, colorado por la vergüenza-. Ahora e-estoy de viaje por Europa y trato de conocer mejor a los demás países. Lo elegí primero a usted por su fantástica comida, y...quería comprobar de primera mano si es tan...pervertido como dicen.

Letonia sintió que casi se estaba jugando la vida(o la virginidad XDDDDDD) al pedirle eso a Francia. El chico pecaba de exceso de curiosidad.

-T-también me gustaría firmar un tratado comercial con usted...me harían falta muchas de las cosas que usted produce o fabrica.

Su sonrisa cordial se torció repentinamente, intentando no demostrar la estupefacción que lo había recorrido al escuchar la frase del letón. Lo del tratado comercial le estaba pasando desapercibido porque no podía dejar de pensar en lo que había dicho. ¡P-pero bueno! ¿Qué iban diciendo los demás a sus espaldas? ¿Es que nadie sabía apreciar su manera de amar a todos? Encima que los mimaba lo trataban de ese modo. Daban ganas de desaparecer de la vista de los demás. Pero eso le gustaría a unos cuantos, así que mejor no. (Además, no podía dejar de repartir su amor así como así.)

- Espera, espera... ¿Quién te ha dicho que soy un pervertido? ¿Ha sido Arthur, verdad? Ese cejotas sin estilo alguno... Siempre aprovechando para difamar a la primera de turno. Seguro, seguro -dijo con rabia mientras miraba al infinito a través de la ventana mordiéndose ligeramente el labio inferior, con rabia. Casi podía ver a Arthur riendo sin glamour alguno, como siempre hacía. Ese pequeño desagradecido impertinente...

Se fijó en que Letonia parecía intimidado y bajó de las nubes. Ahora no era el momento de ir asustando al chiquillo (que lo parecía, porque no dejaba de temblar)

- Escúchame, Letonia. Yo no soy un pervertido. Tan sólo soy cariñoso con los demás, les doy amor y cariño. El problema es que no lo saben apreciar -dijo indignado poniendo los brazos en jarra y algo enfurruñado- El mundo se mueve con el amor. A-MOR.

Volvió a fijar su vista en el letón y no parecía entender nada de lo que le estaba explicando. En serio, ¿por qué había venido ese chiquillo? Se quedó pensando en lo que le había dicho y recordó algo sobre un tratado comercial.

- ¿Y quieres hacer un tratado comercial? Pensaba que eras bastante "amigo" de Rusia~ ¿No crees que se enfadará si hago tratos de ese estilo contigo? No me gustaría hacer enfadar a Rusia~